domingo, 21 de noviembre de 2010

ZAPATERO, PATÉTICO LÍDER INTERGALÁCTICO



Observen con qué gracia, salero y desenvoltura se mueve el presi por las
cumbres de los mandamases. Tiene un aplomo y una gracia que ni Cantinflas, Peter Sellers, Louis de Funes, Mister Bean o Paco Martínez Soria.

En un aparte del avión le dijo a un asesor: las cumbres internacionales no son para mí. Un estudio de TV, con un plató y un locutor a mi medida, un acto con la puesta en escena y el decorado adecuado, dirigido por un fiel. Hay escenarios en los que Zapetero se queda sin telegenia –como cuando nos quedamos en blanco, y lo vemos perdido, casi sonámbulo entre la niebla.

Y en esta última cumbre las imágenes son demoledoras como evaluación de nuestro presidente y la sensación que proyectan sus hazañas en los foros internacionales, en los que su crédito político cae en picado, es literalmente patética. Y para ese crédito ya no hay banca, bolsa ni ninguna entidad financiera que le vaya a prestar nada. Zapatero está a punto de no creerse que es el líder. Y que ya sólo queda el usufructuario de ciertos resortes que sí sabe utilizar, pero que ya reman contra un viento en contra demasiado fuerte como para poder manejarlo igual que en los tiempos de bonanza.

Es que al no saber ningún idioma extranjero, no tener chuleta ni ningún asesor que le haga los papeles, el genio del talante está como un pulpo en un garaje. Y esta calamidad es el que toma las decisiones, no sólo transmite esa imagen internacional de que estamos dirigidos por un chiste sin gracia, sino que a los nacionales les causa estupor saber en manos de quiénes nos encontramos. Sus movimientos sobre los escenarios pertenecen a los gags más cruelmente cómicos del cine mudo: un personaje deslavazado y zangolotino que se mueve torpemente por el escenario provocando una triple y siempre incómoda sensación de comicidad, pena y vergüenza ajena. Y todavía podemos sufrir algo peor que estos numeritos: una nueva reedición de sus famosas ocurrencias. El presidente es un zombi, un muerto viviente, que, de vez en cuando, repite sus discursos progre-horteras-cursis-posmodernos-pretenciosos-vacuos, modulados por una entonación mal impostada y una dicción no muy brillante. Le falta luz y serenidad en la mirada y los evidentes estragos de la tensión y el estrés en el deterioro de sus rasgos faciales preludian el crepúsculo y probablemente el hundimiento; lo grave es que con él nos podemos hundir también todos los demás. El vídeo es para difundir: es una imagen en movimiento, elocuente. Es un retrato despiadado del líder acabado que nos lleva a la deriva. Y España no puede ir con estas credenciales y estos mandatarios a los foros internacionales. Por mucho que haya apoyado las expulsiones de gitanos de Sarkozy, por mucho que se haya bajado los pantalones ante los más rancios gerifaltes de las finanzas internacionales, no ha logrado ser aceptado como uno más en las reuniones de los mayores: la percepción que da Zapatero en la esfera internacional es de insolvencia, de que le faltan dos cocciones y de no ser de un líder sólido ni creíble. Zapatero no es icono de nada que no sea un programa de humor: es un político amortizado. No puede marcar el camino ni de una buena gestión, ni de modernizador ni representar ningún polo ideológico. No inspira confianza. Pasada su etapa de gloria efímera, en la primera virginidad naïf del repliegue de las tropas de Iraq, tras la comprobación de la inconsistencia incoherente de sus erráticas decisiones, Zapatero no es referente de nada. ¿El que recorta sueldos, congela pensiones, abarata el despido es de “izquierdas”? ¿El que sigue despilfarrando en gastos superfluos y permite que lo hagan otras administraciones es serio y riguroso? ¿El que se va de Iraq y luego se queda en Afganistán a quién contenta, salvo a Obama? ¿El líder de la potencia descolonizadora del Sáhara conoce lo que allí ha sucedido los últimos treinta y tantos años? ¿Asume la historia de su país y del partido que dirige? ¿Alguien sabe qué piensa hacer para luchar contra el paro, contener el déficit, vigorizar y encauzar la economía, aumentar la producción, promover la financiación de PYMES y medianas empresas? Sabe algo el presidente de lo que le espera –más bien se lo huele-, pero no cómo afrontarlo. En principio, su idea es simular, no rendirse, hacer como si nada. Aguantar el chaparrón y vendernos una moto, a ver si alguien se la compra. Zapatero quizá nos dé todavía alguna tarde de gloria, puede intentar remontar con la eutanasia, las relaciones iglesia-estado o buscándole al PP sus miserias y sus talones de Aquiles. Pero está realmente muerto: nada de lo que lo elevó a las alturas sigue en pie. La inercia política y administrativa permite que los cadáveres se paseen por la corte o el palacio, sólo que, al ser muertos vivientes, tienen su fatal destino escrito y su discurso es pura psicofonía. Sólo lo salvaría un milagro. A ver si en la entrevista con el pontífice le pidió alguno –por caridad con el desahuciado- para que el Santo Padre pudiera apuntarse un tanto en las gestiones para su propia beatificación. Y a ver si era sólo un fenómeno sobrenatural el que le pedía a Su Santidad para salir del atolladero en el que no encuentra la salida de emergencia. ¿Recuerdan el lema de la campaña electoral de 2008? Motivos para creer.

jueves, 18 de noviembre de 2010

ROMANCE DE LA SEÑORITA TRINI Y EL REY MORO



Según informa EL CONFIDENCIAL , Trinidad Jiménez ha sido apartada de las negociaciones para solucionar de una manera pacífica la crisis de El Aaiún. Marruecos no ha querido reunirse con la nueva ministra de Exteriores por su condición de mujer.


Mari Trini, Mari Trini
Reina de la progresía,
Pese a tantos disparates,
Has llegado hasta la cima.
José Luis te ponderaba
Y no sólo por ser tía.
Valoraba el timonel
Tu melena y tu sonrisa.
En ti pensaba el gran líder
Por tu impagable valía.
Por tu áurea juventud
Pese a tu falta de chicha.
Te mandaba ir a las manis
O luchar por la alcaldía,
Y es que Gallardón el grande
Te trituró. Pobrecita.
No saliste de alcaldesa,
Pues te dio una tunda fina
Alberto Ruiz Gallardón,
Del PP y del Grupo Prisa.
Mas no le importa el desastre,
Sigues en la ejecutiva.
De ministra del gobierno,
a las primarias irías.
Y con el voto secreto
Tomás ganó por la mínima.
Pero el leal José Luis
Pensó elevarte a la cima.
Sacrificó a Moratinos
Te dio la cancillería,
¡Qué ministra más molona!
Jamás ella pensaría
Que iba a llegar a ser jefa
Quien también fue suspendida
En las pruebas para cónsul,
o embajadora bendita.
¡Qué imagen más superguay!
Diputada progresista,
Mujer de cuota y pancarta,
Moderna y eficacísima.
En sanidad dejó impronta
Contra la gripe dañina.
Gastó miles de millones
Que pronto se tirarían.
Pero era la number one
En consenso y en sonrisas
¡Qué proyección fabulosa!
Por su foto la querían.
Es tan grande su prestigio
Que las encuestas la admiran.
Aunque eso de poco valga
Cuando muerde la jauría.
Qué suerte la de la Trini,
Después de ser la vencida,
José Luis la recupera
De nuevo para ministra.
Dispuesta a conocer mundo,
Con su chupa y su sonrisa.
Sin duda es que es la mejor
De todas las elegidas
La derrota de Madrid,
Que fue batalla aguerrida,
Dejó el mal sabor de boca
De un comentario machista.
Y es que don Alfonso Guerra,
El de la lengua temida,
Al compararla con Gómez,
La tildó de señorita.
Esto provocó protestas,
Indignaciones con ira,
Palabras que no perdonan
Las más duras feministas
¡Qué difícil ser mujer
En la contienda política!
Mas la Trini sigue firme,
Con su gracia y muy crecida.
En Exteriores veremos
Cómo es su sabiduría.
Cuando el destino aparece
Con crueldad que castiga
Y los clarines guerreros
En el Sáhara rechinan.
El Polisario proclama
Estado de rebeldía
Y las tropas de Mohammed
entran, con alma homicida,
en la ciudad del Aaiún
y siegan múltiples vidas.
La represión continúa,
La revuelta la aniquilan.
El precio de este conflicto
Se torna en carnicería
Suenan las voces de alarma,
De apoyo, calor y estima
A un pueblo indefenso y pobre
Cuya población se esquilma,
Cuyo futuro se cierra,
Cuyo final se adivina.
El gran jefe Zapatero
quiere la cosa tranquila.
Son grandes los intereses
Que unen a la monarquía
De Mohammed y Hassan
Con la España progresista
Los saharauis estorban,
Como muchos lo temían.
El sentir de toda España
Se compadece e indigna
Del maltrato insoportable
Del régimen alauita.
Por las calles de Madrid
Se oye el rumor y la ira:
¡Sáhara libre! reclaman
Frente a tanta tiranía.
A la mani va la peña
A hacer oír sus consignas
Sólo se ausenta allí el PSOE,
Cuyo jefe está en la China
O en Corea, pero lejos,
Otra vez se va de huida.
Ante tanto descontento,
España moverá ficha.
Para ver si esto se calma
Y el arduo clima suaviza.
La razón de Estado vence.
Así de dura es la vida.
Hay que hablar con el rey moro.
Que manda, dispone y pita
Sólo queda doblegarse,
Cerrar la crisis deprisa.
Que esta bronca se solvente,
Que se cierren las heridas.
Si bien el rey no desea
Recibir a una ministra.
Hete aquí que los jefazos.
De las hordas marroquinas
Dicen que no, que no jodas,
Que una mujer ni en la vida
Que la guerra es para hombres
Y también en la política.
Que en el Magreb no hay costumbre
De que las damas decidan.
Sólo aceptan a un varón
para estar en la movida.
Para las damas existen
Otros lugares, queridas.
Frente a este veto de machos,
retrógrado y troglodita,
¿Qué dicen las de la cuota,
Las airadas feministas?
¿Dónde están sus aspavientos,
dónde está su moralina,
Cuando todas nos exigen
Hablar de niños y niñas?
Dejadlo en manos de Alfredo,
Rubalcaba es una mina,
Un prodigio, una lumbrera,
Una cabeza curtida.
¿Y la Trini dónde está?
Pues de florero, hija mía.
Cuando llega la verdad,
No hay damas en la partida,
Y nadie se llama a escándalo
De cómo se discrimina
A la mujer sin tapujos
En esta nueva política.
Pues Zapatero es pragmático
Y amoral. ¿No lo sabías?

lunes, 15 de noviembre de 2010

PUIGCERCÓS, UN BERLUSCONI A LA CATALANA




En la imagen, Carod Rovira inflando un globo


Leemos en EL PAÍS la andanada del dirigente de “Esquerra Republicana de Catalunya”, el inefable Puigcercós, contra andaluces y madrileños a cuento de la ya cansina historia de que hay territorios que pagan más impuestos y otros que reciben más beneficios que no merecen. No hay forma de meter en la cabeza de un nacionalista que los impuestos los pagan las personas físicas o las sociedades, no los territorios. Pero aparte de esta observación, conviene recalcar que lo único para lo que sirven estas tendencias disgregadoras, centrífugas y patrioteras de estos irresponsables es para fomentar el odio y la discordia. Persisten en la línea xenófoba y llena de estereotipos propia de una extrema derecha que usa etiquetas pseudoprogresistas para esconder el carácter paleto y fascistoide que han tenido siempre todos los nacionalismos agresivos.

Por otro lado, en un sistema fiscal justo y progresivo, lo justo sería que quienes más ingresaran, pagaran más. Y que recibieran en mayor cuantía los más necesitados del erario público. Es decir, que aparte de falaces y falsas, las palabras de este insigne líder nacionalista, rezuman un concepto zafiamente insolidario, más propio de los retrógrados del “Tea Party” que de quienes utilizan la marca de “izquierdas” porque tiene más caché entre cierto público, aunque lo que signifique está por ver.

Pero lo que más cansa de este tipo de declaraciones del líder de un partido que lleva años gobernando en Cataluña con el PSC-PSOE y los restos del naufragio del PSUC, es que son una forma de eludir su responsabilidad en la gestión del tripartito. Nada dice este adalid de la demagogia al peor estilo de Jean Marie Le Pen de los despilfarros de su compañero de partido, el inenarrable Josep Lluis Carod Rovira, con el bochornoso dispendio de sus embajaditas, auténticas canonjías en las que incluso tiene de paniaguado a un hermano en París. Razón tienen los que han calificado de “casta parasitaria” este abuso de gastos superfluos en las administraciones a costa de los contribuyentes, que son los que pagan el sueldo y demás injustificables despilfarros de los beneficiarios de esta forma tan familiar de entender la política. ¿Por qué no habla de los resultados de la gestión del tripartito? ¿De cómo está la educación pública, de cómo han avanzado en la convivencia democrática, de qué van a hacer para parar la desindustrialización de Cataluña, de la infinita corrupción de su clase política, por citar sólo algunos ejemplos?

Es más cómodo buscarse un enemigo exterior. Lo que resulta incomprensible es que un partido como ERC, que en cualquier democracia sería calificado de populismo fascistoide y considerado como unos bisoños hooligans del debate político, que pueden superar todos los límites del ínfimo nivel intelectual de la vida pública, hayan sido interlocutores y socios para garantizar la gobernación y la gobernabilidad de España, así como para sacar adelante importantes leyes cuya inspiración disgregadora e insolidaria pueden ser un germen de un virus nefasto del que nos va a resultar muy difícil curarnos en el futuro.

Una ojeada al blog de este ilustre padre de la patria nos aportará aún más argumentos para ser conscientes del cáncer que suponen personajes de este jaez.

Y Artur Mas, el “hereu” de Jordi Pujol, condena las formas, pero no el contenido del discurso de Puigcercós. Al fin y al cabo, los respetables y honorables representantes del nacionalismo catalán llevan décadas manteniendo los mismos sofismas y propagando el mismo veneno. Con notable impunidad y sin haber pagado el precio que deberían haber pagado por ello.

sábado, 13 de noviembre de 2010

LAS HORAS BAJAS DEL LÍDER Y EL SÁHARA

Sábado, 13 de noviembre de 2010



Pese a todos los esfuerzos por eliminar testigos del lugar del crimen, la opinión pública tiene noticia de que la situación en el Sáhara occidental es cada vez más trágica, tras la cruenta represión infligida por la policía y el ejército del Reino de Marruecos. Y frente a esta tragedia las respuestas internacionales son tibias, cuando no de una conformista e hipócrita aceptación de los hechos consumados de todos conocidos: la anexión territorial por la fuerza y el lento pero inexorable genocidio.

La habilidad de los despóticos monarcas alauitas y el cinismo de los intereses creados para blindar los cimientos de su poder nos han llevado estos 35 años a que el pueblo saharaui vaya a pasar a la historia como el perdedor y el injustamente abandonado de un triste episodio de la Historia contemporánea de España, metrópoli de la administración colonial, que literalmente dejó tirados a los habitantes del antiguo Sáhara español en un momento crítico, de extrema debilidad e incertidumbre como fue la artificial y prolongada agonía del dictador Franco. Paradojas del destino quisieron que fueran los estertores del militar africanista el momento propicio y oportuno aprovechado por el astuto Hassan II para lanzar a su pueblo a “La Marcha Verde” con la intención de evadirse de sus asuntos internos y cumplir con un sueño imperial de expansión territorial, con inmisericorde y despiadado desprecio por los habitantes de las nuevas tierras conquistadas.

España tiene una gran responsabilidad histórica en este desafuero. Cierto es que los gobiernos democráticos recibieron una envenenada herencia en unas relaciones bilaterales complejas y arduas, en las que se ha combinado la claudicación ante la tiranía de los reyes de nuestro vecino del sur con ciertos equilibrios en los foros internacionales. El alineamiento incondicional del gobierno de Zapatero con Marruecos, presentado como una contraposición con las tensas relaciones que mantuvo su antecesor en el cargo no es más que una muestra del simplismo intelectual de un presidente y un equipo literalmente no preparados para el desempeño de tan difícil misión. Una vez más ha demostrado una escandalosa incompetencia, esta vez con un coste mediático superior al de otros errores garrafales.

Ahora que la represión del déspota Mohammed arrecia de forma sanguinaria es cuando se hace más patente la insoportable levedad política de Zapatero y los desatinados consejos de su escudero Moratinos en el Magreb y aledaños. La ministrini, por su parte, ni sabe ni contesta. Y cuando sale a intentar recomponer la figura tras comprobar que ya no lideran ni la pancarta narcisista y alegre, se refugia en una retórica tan enlatada como carente de credibilidad. Pocas veces en los últimos tiempos España había hecho el ridículo de forma tan clara y había comparecido como cómplice de un atropello tan brutal contra el pueblo saharui como ha hecho –está haciendo- ahora. Mirando hacia otro lado y apelando a la prioridad de nuestras relaciones diplomáticas como coartada de tanta omisión culposa.

En la manifestación de hoy sábado se ha escenificado un hecho insólito: en una causa como la del Sáhara han estado todos menos el PSOE, que fue, desde 1975, el partido que más trabajó por poner en el tablero político al entonces desconocido Frente Polisario. Luego en 1982, en el gobierno, no se les dio a los saharuis el reconocimiento diplomático del que sí han gozado otras legaciones de estados no reconocidos como tales. Sí se le dispensó un cierto apoyo dentro de España. Pero nada más, pues en la política internacional los saharauis ya eran los perdedores de la película, con quienes no era rentable salir en la foto ni hacer negocios. Se puede achacar oportunismo, electoralismo y lo que se quiera en la presencia de la mani de este sábado de quienes, cuando pudieron, no movieron un dedo por la causa que ahora dicen defender. Pero que la única ausencia de una protesta tan necesaria y evidente sea la del partido en el gobierno en una contestación que tiene todo el apoyo y la simpatía de la sociedad española es un tristísimo exponente de la soledad de las políticas del presidente, cada vez más perdido, sin un discurso que marque un recorrido desde la palabra al pensamiento o al destinatario. Cada vez más solo, desconcertado y zombi, después de haber traicionado todos los principios teóricamente defendidos y después de haber transitado por todos los senderos hasta enfangarse en el peor de los oportunismos y en un camino que ya no lleva a ninguna parte, pero que no le va a hacer tirar la toalla mientras pueda seguir maniobrando y utilizando todos los resortes del poder. En esta última etapa Zapatero ya ha escogido la vía que él entiende pragmática con el fin de ser reconocido en las cumbres internacionales a las que ha acudido como un mudo aislado considerado frívolo, bisoño y falto de un par de hervores. Para escoger finalmente la sumisión a los poderosos de la banca, las finanzas, la política internacional, como antes hizo con los nacionalistas y ciertos lobbies mediáticos, dejando en la estacada a aquellos a quienes se había comprometido a defender.

El quedar en la soledad más absoluta menospreciando la sanguinaria represión del país invasor contra un pueblo inerme bajo la más pragmática, cínica y amoral de la prioridad de las relaciones con Marruecos, en un momento en que los españoles esperan que el gobierno haga algo por el indefenso pueblo saharaui, nos devuelve a través del espejo la mueca de quien todo lo confiaba a la imagen, en especial a la proyección de un pedigrí telegénico, buenista y juvenil. Las nimiedades solemnes de quien hace no mucho pudo vender un halo de posmodernidad, progresismo y retrogauchismo hoy suenan más a hueco que nunca cuando trata de que sus conciudadanos entiendan que no se puede molestar al sátrapa porque el enjambre de intereses compartidos con él está por encima de unos incidentes que se han magnificado y a los que le resulta hoy muy incómodo responder. Es que no sabe cómo. Es que se ha creído lo que le soplaba al oído Moratinos. Y ahora repite unas consignas que se estrellan con la incomprensión de una opinión pública que puede recordar la profética frase de los días de vino y rosas: “El poder no me cambiará”. ¡No sólo en economía nuestro ayer audaz y hoy sumiso presidente necesitaba dos tardes!





Domingo, 14 de noviembre de 2010

Leemos el domingo en Público una noticia sobre cómo Zapatero quiere cortar debates sobre el Sáhara en el PSOE. Disciplina, pragmatismo, prohibido debatir. ¡Toma talante!

domingo, 31 de octubre de 2010

CCOO de ayer y hoy.



En la foto vemos a Javier Arenas, a la sazón ministro de Trabajo del PP, con Fernando Lazcano, secretario de enseñanza de CCOO cuando se perpetró la LOGSE



La muerte de Marcelino Camacho ha llevado de nuevo a las portadas a Comisiones Obreras, esta vez para retrotraernos a una visión histórica, casi nostálgica. Surgida en la lucha contra la dictadura, la central sindical inicialmente de inspiración comunista se ganó entre los españoles un merecido prestigio por el sacrificio, el valor y la coherencia de sus líderes, quienes de forma altruista pagaron un alto precio por el compromiso en el que creían y por una acción arriesgada y meritoria, que contribuyó, sin duda, a debilitar la legitimación del poder constituido y, por tanto, al advenimiento de las libertades democráticas.

Camacho era sustancialmente un hombre honrado, que ejercía como representante de los trabajadores, creía en la necesidad de actuar para lograr derechos, reivindicaciones, mejoras y avances en las condiciones laborales de los menos favorecidos de la sociedad. Su horizonte ideológico estaba equivocado, como ha demostrado el tiempo, pues era el paradigma marxista-leninista, cuyos resultados de miseria y opresión lo han convertido en la historia en una de las utopías reaccionarias de consecuencias más dramáticas para las poblaciones que han tenido que sufrir a esos “salvadores”. Pero su concepción del sindicalismo era de una limpieza y una coherencia envidiables. Una forma de entender el compromiso político que no concuerda con lo que luego ha sido la profesionalización de la vida pública para una buena parte de las promociones que le han sucedido.

Se ha subrayado estos días, con la habitual moda española de alcanzar el elogio unánime en las notas necrológicas, la altura de miras de Marcelino Camacho durante la transición, en la que un represaliado del régimen impuesto por los vencedores de la guerra civil tuvo la grandeza y la generosidad de contribuir al consenso democrático sin pedir un ajuste de cuentas a los que lo habían tratado de forma tan cruel e injusta por defender derechos elementales. Se ha resaltado asimismo, con razón, que activistas como Camacho contribuyeron al reconocimiento, consagrado en la Constitución, del sindicalismo libre frente al verticalismo franquista en los inicios de la democracia.

Pero muchos de los que en estas jornadas de luto y condolencia ocupan el protagonismo público como hagiógrafos de Marcelino Camacho, lo cierto es que lo jubilaron anticipadamente, lo retiraron del protagonismo político y sindical y heredaron el prestigio de las siglas CCOO para construir una empresa que se ha ido alejando paulitanemente de ideales heroicos, o simplemente, de ser representante de los trabajadores en el sistema democrático. De la épica lucha de los encarcelados del proceso 1001, fotografiados de tapadillo en los corredores de la cárcel de Carabanchel, se ha pasado a otros géneros. Si no a la picaresca, sí al menos a la novela realista.

CCOO, como otras entidades que se han transmutado, se ha convertido en una influyente burocracia. Financiada directa e indirectamente con fondos públicos, gestionada de forma antidemocrática, la central sindical que ha vivido de las rentas de la aureola heroica e izquierdosa, forma parte ya del “establishment”, tiene cuota para sus más privilegiados cuadros en bancos y cajas públicas, en las más diversas instituciones oficiales. En la práctica es una estructura que funciona como un grupo de presión movido por los intereses de sus propios dirigentes. Como mucho, de vez en cuando tiene que hacer algo para satisfacer a su clientela. Pero nada lo puede definir hoy en día como un sindicato de clase. Los parados, los más débiles, apenas han tenido en los sindicatos burocratizados la más mínima acción de defensa o de reivindicación.

La comparación de las no muy nítidas instantáneas en blanco y negro de los sindicalistas encarcelados en Carabanchel bajo la dictadura con la imagen de un orondo exsecretario general de CCOO de la capital del reino en el Consejo de Administración de CajaMadrid en el que percibe un sueldo multimillonario es la expresión gráfica más rotunda y sintética de la metamorfosis sufrida por el sindicato fundado por Camacho y otros.

Una de las perversiones del sistema democrático, cuya transición fue modélica si miramos la historia trágica de confrontaciones cainitas típicamente españolas y no tanto si comprobamos lo que se han ido corrompiendo las instituciones, ha sido la esclerotización de una clase sindical, los liberados perpetuos, que han llegado a ser, por desgracia, una casta burocrática que nada tiene que ver con su teórica función de representación de los trabajadores. CCOO, cuyo pecado original fue nacer infiltrada en el sindicato vertical franquista del que en cierta manera se contagió, es hoy ante todo una estructura de poder. Se deshizo en su momento de una dependencia histórica y sentimental con el PCE (al que está ligada sólo una minoría del sindicato) cuando comprobó a la primera de cambio, en junio de 1977, que los delirios y las ficciones de las charlas de café revolucionarias de los setenta nada tenían que ver con un futuro en el que muchos de sus cuadros ya ansiaban protagonismo y seguramente trincar. Se acercó al PSOE, donde milita una parte no desdeñable de sus cuadros sindicales, mantuvo un sorprendente idilio con Javier Arenas, ministro de Trabajo del PP, quien entendió que el franquismo sociológico a lo Solís Ruiz son sonrisas, subvenciones y tener a los gerifaltes de las organizaciones de los trabajadores bien untados para que haya paz social. Y en su pragmatismo, está dispuesto a aliarse con el mejor postor. Como ejemplo, en su vertiente de empresa inmobiliaria, mantiene una asociación de intereses con La Caixa, que no siempre es la entidad bancaria que mejores condiciones ofrece a los socios, ya clientes de la empresa sindical, no representados.

Hace ya muchos años que CCOO ha sido un sindicato especialmente nefasto en el área de la educación, un sector en el que la izquierda siempre ha presumido de tener una especial sensibilidad y respecto del cual generó unas inmensas expectativas. El protagonismo de CCOO en el alumbramiento de la LOGSE y su empecinamiento en considerar intocables todas las leyes y medidas de sus derivaciones, como la también infumable LOE, autoproclamadas pomposamente como progresistas, es un exponente de la decadencia moral de un sindicato que hoy debería formar parte del tejido regenerable de las estructuras socio-políticas españolas.

Estos días vemos a los antiguos dirigentes de CCOO de la enseñanza, los que perpetraron, en compañía de otros, la barbarie educativa, en primera fila del homenaje necrológico al fundador de su sindicato. Tras veinte años de puesta en funcionamiento, las leyes educativas que se han hecho en nombre de valores y conceptos presuntamente izquierdistas, sólo han contribuido a la dualización del sistema escolar, a la postergación de la enseñanza pública en beneficio de la privada. A la degradación académica, moral y laboral de la educación en España. Al empeoramiento hasta límites insoportables de las condiciones de trabajo de los profesores, especialmente en los niveles de enseñanza más afectados por las disparatadas reformas educativas.

Y CCOO es de las organizaciones que con más ahínco se opone a que se cambie ni una coma en un sistema de enseñanza que es, sencillamente, un desastre sin paliativos. El sindicato “de clase” por excelencia es el corazón del manifiesto NO ES VERDAD, con el que quieren que todos vivamos en la misma ficción de la que ellos desean hacer partícipes al común de los mortales. Instalados ya en la mentira oficial o en el fanatsimo ciego (algo tenía que quedar de la ideología inicial, el estalinismo), niegan que la educación haya sido el gran fiasco de la izquierda en España, cuando sin duda ha sido el mayor de todos con diferencia. Con una enseñanza primaria que ha bajado los mínimos hasta niveles lamentables. La secundaria es el gran fracaso de la pedagogía oficial, de la que CCOO es como la Joven Guardia Roja de otros tiempos sigue siendo hoy su gran bastión frente a los “reaccionarios” (otra reliquia dialéctica de la ideología de antaño), el bachillerato no es tal bachillerato. Y sin él no es viable una universidad que ya empieza a notar de forma muy seria los estragos del caos del sistema.

Pero si desde un punto de vista académico, la educación que defiende el núcleo duro de lo que es hoy un lobbie nada romántico y sí muy siniestro, mero heredero nominal de unas siglas que perdieron su pedigrí el día en que sus usufructuarios decidieron crear un grupo de poder, es un fracaso sin paliativos, desde un punto de vista social, lo que hace CCOO con la educación tiene especial delito. En los últimos años en España han descendido las oportunidades para los alumnos de origen humilde que tienen que acudir a la enseñanza pública, pues compiten en peores condiciones que antes de las reformas educativas y tienen menos posibilidades de progreso académico que con un modelo educativo selectivo. Pese a que la enseñanza sea nominalmente inclusiva y no segregadora, lo cierto es que hay un porcentaje demasiado amplio de estudiantes a los que el sistema no les permite ni hacer una formación profesional que les daría una oportunidad laboral ni cursar unas enseñanzas acordes con sus necesidades. El sistema alumbrado, entre otros, por CCOO, genera más segregación y más fracaso. Seguir defendiéndolo desde las posiciones teórica o presuntamente izquierdistas es simplemente impresentable. Y los actuales burócratas de CCOO no van a aceptar su responsabilidad en los graves errores cometidos, pues fueron muchos de ellos los que pusieron en marcha el juguete diabólico educativo que tanto daño ha hecho. Y tendrían que dar paso a otros dirigentes, a otras estructuras. No lo van a hacer. Viven de eso. Son profesionales.

CCOO es hoy una empresa, una empresa subvencionada, que, como tantas cosas, pagamos todos los contribuyentes. Una sutil forma de cuota sindical obligatoria, como la que había en tiempos del caudillo. CCOO es una empresa que se debe a los intereses de sus directivos, concibe a sus teóricos representados como clientes, ha perdido los perfiles ideológicos quizá arcaicos para adaptarse a unos tiempos más amorales y posmodernos y es un eslabón más de un sistema político que sólo en lo nominal es democrático y deja graves vacíos de representación para que los ciudadanos defiendan sus derechos, intereses y aspiraciones. De vez en cuando los burócratas, con la ayuda de algún nostálgico y la colaboración obligada de los que están en nómina, sacan los sacrosantos y míticos símbolos del pasado a pasear, igual que pueden hacer muchos ateos que van a las procesiones de Semana Santa o ponen el árbol de Navidad cuando llegan esas entrañables y tradicionales fiestas.

A los 92 años y tras una vida intensa, Marcelino Camacho ha fallecido, gozando a título póstumo de un reconocimiento generalizado y sin duda merecido. Ahora bien, es una obviedad que lo que representó en su día su trabajo y su compromiso en antiguas y legendarias batallas ya había muerto hace muchos años.

sábado, 16 de octubre de 2010

UNA MUESTRA MÁS DE ANTISEMITISMO



En la imagen vemos a Amin al-Husseini, el influyente Gran Mufti de Jerusalén, colaborador de los nazis y persona de confianza de Adolf Hitler. Era tío de Yassir Arafat.

Entre determinados medios que dan lecciones de un presunto periodismo de izquierdas, progresista y defensor de los derechos humanos se está alcanzando un antisemitismo tan grotesco y preocupante que nada tiene que envidiar a los tiempos franquistas de la “conspiración judeomasónica”, por no mencionar las terribles persecuciones de los nazis, uno de los hitos más crueles de la historia de la infamia. Porque el antisemitismo en Europa fue cómplice del holocausto hitleriano, a veces por pasividad y otras por colaboración.
Por eso causa estupor leer en Público una idea peregrina, que, además, se nos presenta como información, como un hecho contrastado, no como opinión. El periódico la aporta como un dato curioso de un supuesto periodismo de investigación.
Al parecer, en la franja de Gaza, como en otras áreas del planeta donde rigen inveteradas costumbres que algunos sostienen que “hay que respetar”, se está registrando un incremento considerable de crímenes contra las mujeres.
La sorprendente tesis postulada por el citado medio es que la culpa del aumento de dicha violencia contra las mujeres en la franja de Gaza es responsabilidad de Israel; es la consecuencia del asedio del régimen sionista.
En un periodismo de trinchera, adoctrinador, se puede llegar a disparates tan absurdos como éste, que restan cualquier crédito a quienes se apuntan a semejantes deformaciones de la realidad para contribuir al panfleto continuo, ocultador de la dictadura implacable de Hamás en la franja de Gaza y falsificador de la historia.
Por supuesto, es patente que la idea que subyace a esa “interpretación” de lo que sí es información contrastada (la opresión contra las mujeres crece en los territorios gobernados por Hamás) carece del más mínimo fundamento y del rigor informativo exigible a un diario generalista que no pretenda ser el amarillismo más cutrón. Y los redactores del citado medio tienen que saberlo, si es que no se han impregnado de un fanatismo oligofrénico y si no quieren ser unos “hooligans”.
La endeblez de la noticia-comentario habla por sí sola. Si en otros puntos del planeta donde gobierna el fundamentalismo islámico también se ejerce esa opresión contra las mujeres, ¿no es un poco zafio y ramplón, amén de rotundamente falso, echar la culpa a un enemigo exterior –en este caso los judíos- de un problema interno ante el que buena parte de los biempensantes mira hacia otro lado?
¿No habrá que plantearse que la primera solidaridad con la población que vive en la franja de Gaza sería ayudarles a liberarse de las consecuencias que un fundamentalismo religioso tan brutal, próximo a la barbarie, inflige a todos sus habitantes, especialmente a las mujeres, a las que atropella de forma inmisericorde? ¿O es que les importa un pimiento lo que está sufriendo la gente en esa zona y lo único que pretenden es buscar una excusa para arremeter contra Israel para seguir fomentando el odio irracional contra los judíos?

jueves, 30 de septiembre de 2010

LA DERECHA QUE BAJABA LOS IMPUESTOS



Para los que tenemos la suerte o la desgracia de vivir en Madrid es maravilloso comprobar cómo la derecha gobernante, que tanto habla de bajar los impuestos, sube despiadamente la presión fiscal. Algunos acabamos de recibir una "tasa de basuras", que es un porcentaje del valor catastral de tu vivienda, lo que supone, de hecho, un encarecimiento del IBI de más de un 25%.

El alcalde Ruiz Gallardón, bendecido por unos y por otros como uno de los líderes con futuro, no ha cesado de despilfarrar en despachos, altos cargos y obras faraónicas. Y ahora nos pasa la factura a los que no tenemos escapatoria. Todo un ejemplo del PP de coherencia, ahorro y compasión por el sufrido contribuyente.

jueves, 16 de septiembre de 2010

SEMÁNTICA DE LA GUERRA




SEMÁNTICA DE LA GUERRA

Las confusiones semánticas del diputado José Antonio Alonso

Tratar de contarle al país que nos hemos metido de hoz y coz en una guerra con Afganistán, que no sabemos cuándo va a terminar ni de qué manera, cuánto nos va costar económicamente y en vidas humanas la broma, es, en estos momentos de bajo crédito del poder, una labor ardua. Hay que aguzar el ingenio. Por eso, igual que si hemos dejado embarazada a la vecina del 2º en circunstanias inapropiadas, tendremos que inventarnos cualquier versión alternativa que omita las referencias a lo inefable y que dé todas la vueltas necesarias para eludir la presencia de aquellas palabras cuya mera mención puede poner al descubierto que tras el discurso y los juegos de lenguaje ya sólo pervive lo inconfesable.

El portavoz parlamentario socialista y exministro de Defensa y del Interior ha rizado el rizo de los equilibrios dialécticos y verbales para explicar por qué la misión española en Afganistán no implica necesariamente estar participando en una guerra. Palabra esta última maldita, tabú, impronunciable, más propia y privativa de los enemigos de la paz y de los poseídos por el “ardor guerrero”, del que habla con desdén la señora De La Vega. La proscrita palabra está tan llena de connotaciones negativas que hoy sería inimaginable mantener la denominación existente durante la II República: “Ministerio de la Guerra”.

Ante el hecho incontestable de que la prensa norteamericana, al referirse al conflicto de Afganistán, llama a las cosas por su nombre y utiliza la palabra “war”, el citado portavoz parlamentario ha arrojado luz sobre el asunto. Obama, y otros hablan de «guerra en Afganistán porque «en la lógica del uso de la lengua inglesa la palabra guerra, “war”, se utiliza de manera polisémica y, así, se habla de guerra contra el narcotráfico o contra el crimen».

El problema de estas declaraciones, además de no relacionar correctamente los valores polisémicos de las palabras con los contextos en las que estas pueden aparecer y que deshacen cualquier equívoco salvo en los casos de los chistes o de los escasos ejemplos de ambigüedad sintáctica, es que el señor Alonso enuncia una endeble y estéticamente forzada y no muy brillante teoría semántica para contribuir a la propaganda dual que asignaba de forma dicotómica y excluyente los valores del bien (la paz) entre los buenos y los de la mal (la guerra) entre los malos. Retuerce un poco el diccionario para tratar de negar la evidencia ante la caída de credibilidad de los mensajes más maniqueos del jefe. Pero eso ya es otra guerra.

La palabra “guerra” en español, que por cierto, tiene la misma raíz germánica que el inglés “war”, se puede utilizar, metafóricamente, en ciertos contextos, para referirse a enfrentamientos, luchas, combates, sin necesidad de que exista un conflicto armado cuyo objetivo sea la derrota o destrucción del enemigo mediante el empleo de la fuerza militar, que es el uso más común y el propio por antonomasia de “guerra” si no hay ningún elemento del contexto explícito o explícito que nos permita suponer que le asignamos a ese signo otra significación. La polisemia de ´guerra´ en español, al igual que ´war´ en inglés, es un hecho secundario, sería puramente designativa, como metáfora más o menos extendida en ciertos usos de la lengua. Porque el significado genuino, el central, es el de conflicto bélico. Y el sema referido a ese valor es imprescindible en el análisis de su significado, Así, cuando “guerra” va acompañada de un adjetivo o de un sintagma preposicional complemento del nombre (guerra psicológica,´guerra comercial, guerra de precios…) está claro que no se refiere a una conflagración armada, sino que se ha producido simultáneamente una extensión de sentido (se aplica la contienda a hechos, medios y consecuencias no militares) y también de restricción de sentido (desaparecen los semas más bélicos y violentos). La palabra “guerra” empleada de esa forma implica intensidad en el enfrentamiento pero puede haber restringido su ámbito designativo si esa confrontación es sólo financiera o psicológica.

La guerra por antonomasia, la que no necesita más contextos ni más modificadores, es la guerra militar. Cuando en los medios políticos y periodísticos norteamericanos hablan de las vicisitudes de sus ejércitos en el país asiático, es obvio que se refieren a una guerra, como en cualquier libro de Historia llaman a Las Galias, Vietnam, Corea, de Secesión, de la Independencia, etc… Y no están incurriendo en “usos polisémicos”, porque la palabra “war”, en el contexto en que se emplea genéricamente en Historia, Ciencia Política o Periodismo Internacional, no presenta ninguna polisemia, sino un significado unívoco, claramente identificable en un concepto preciso y delimitado y que implica necesariamente todos los hechos que van ligados a una confrontación de esa naturaleza.

De ahí se puede llegar al pitorreo de admitir que en Afganistán hay ´war´ pero no hay ´guerra´. No a la ´guerra´, pero la ´war, hombre, si la utilizamos en sentido polisémico, entonces sí vale, porque lo ha dicho Obama, que es un hombre ´de bien que no quiere la guerra, aunque practique la ´war´, que como todo el mundo sabe, tiene tantos usos polisémicos que vete a saber a cuál de ellos se refería el buen hombre. De la misma forma, cuando oigamos hablar de muertos, que es un hecho habitualmente ligado a la guerra, no sabremos si se trata de muertos de risa, de hambre o de miedo. El señor Alonso, con estos de “los usos polisémicos” nos quiere hacer ver que las cosas son complejas, que el mundo no se divide en buenos y malos, aunque luego la línea divisoria paz/guerra ya nos allana el camino de distinguir con sutileza los partidarios del progreso frente a la caverna.

El lector preguntará: ¿por qué se mete usted en esta guerra?, algo así como ¿quién te ha dado vela en este entierro? Ahí tiene usted otro “uso polisémico” que gustaría a Alonso, al igual que otros me echarán en cara por qué meto con el ministro, que qué me va a mí en esa guerra. Sólo que yo no me he ido a Afganistán.

Y aquí el jefe de José Antonio Alonso leyó un fragmento de la versión apócrifa de El Príncioe, que es la que los consejeros aúlicos le leen al presidente:

En el mensaje no pueden figurar guerra, como antes crisis y como dentro de poco otras palabras. El lenguaje no nos puede estropear la realidad. Una mala palabra no puede echar a perder una operación de imagen. Si las palabras van a perjudicar tu proyección pública, entonces prohíbelas, suprímelas, o cambia su significado. Lucha contra ellas. Que no ganen

Cuando los lectores, oyentes y televidentes estadounidenses escuchen la palabra “war”, ¿cuántos de los usos polisémicos ocasionales o acuñados –esos sí sistemáticos, aunque circunscritos a contextos definidos- habrán interpretado que el presidente Obama se refería a los valores semánticos buenos y no a los perversos y malévols? ¿Quién iba a pensar que hablaba de problemas, conflictos, disputas, competiciones, esfuerzos, propósitos en los que no viéramos el horror de la destrucción humana con todas las secuelas terribles que en la Historia de la Humanidad ha dejado como estela cualquier ´guerra´, a la que el común de los hablantes, que son quienes van marcando la pauta del transcurso de la lengua, le han asignado ese significado traumático y terrible. Palabra que todos los que la sufren la conocen y que en su competencia lingüística no tienen registrada en una situación de ese tipo como una palabra polisémica.

Vamos, que en los estertores de la legislatura, el exministro Alonso parece estar viajando a un chiste de Gila:

- ¿Está el enemigo? Que se ponga un talibán.
- ………….
- Que nosotros no estamos en la guerra en la primera acepción del diccionario, que esa palabra es polisémica y nosotros queremos decir otra cosa. Que no sean mal pensados.

domingo, 15 de agosto de 2010

EL INFILTRADO


No es posible que los designios sobre las candidaturas socialistas para las elecciones municipales y autonómicas hayan sido inspirados sólo desde el interior del PSOE. No es imaginable que puedan ser tan torpes ni tan ineptos. Es preciso buscar alguna interpretación y explicación que nos lleve a la etiología del maleficio. Cierto es que hay quien echa la culpa a las improvisaciones de Zapatero, al que acusan de no tener un plan, de ir a salto de mata y de vivir sólo para el día siguiente… Los más malvados y maquiavélicos sostienen que lo que realmente anhela el presidente es perder Madrid para que nadie la haga sombra. Incluso que todo el culebrón veraniego de la Trini ha sido una maniobra sibilina y mefistotélica para convertir a un desconocido no muy brillante como es Tomás Gómez en un héroe hasta elogiado por la derecha más carca gracias al valor demostrado y a su insobornable dignidad. Y que la pobre candidata de la chupa de cuero habría aceptado el triste papelón de sparring como una muestra de su disciplina y entrega a la noble causa, que además no le impediría seguir siendo ministra y librarse de un probable varapalo electoral frente a la lideresa.

Pero esas explicaciones no cuadran. No sirven para explicar los patinazos de 2003, 2007 y ahora otra vez, un desliz tan contraproducente, en una coyuntura tan desfavorable. El adversario está dentro, sin duda. Las meteduras de pata crónicas no las ha gestionado directamente la derecha. Pero…. Ese enemigo interior se disfraza, se esconde y pasa desapercibido.

Es por este motivo por el que aumentan las sospechas de que en las profundidades del PSOE habitan peones infiltrados del enemigo, durmientes, que se activan automáticamente cada vez que se convocan elecciones en Madrid a fin de que el PP pueda seguir ganando sin la menor dificultad. Localizar a esos nocivos intrusos, que no se sabe con exactitud dónde se ubican, cómo se transfiguran, si están en el PSM o en Ferraz, o es que tienen la capacidad de abducir a Zapatero, a Blanco o a otros líderes, debería ser una misión imprescindible si se quiere desbancar a la derecha de la Comunidad de Madrid. Es posible que sean entes espirituales que se transmutan temporalmente en los dirigentes que tienen las riendas.

Ese o esos infiltrados han influido poderosamente para que siempre se tomen las decisiones más disparatadas y nocivas para el PSOE en la capital del reino cuando se acercan los procesos electorales. Programan y deciden con certeza la mejor forma de suicidarse. Por eso es lógico sospechar que están teledirigidos desde la otra orilla del espectro político.

jueves, 12 de agosto de 2010

LA POLÍTICA COMO REALITY SHOW


La batalla de Madrid, que se puede aproximar paródicamente a las dos Españas trágicamente enfrentadas, a modo de sainete estival, saca a la luz pública un laberinto de bajas pasiones que se acerca de forma peligrosa a un reality show, como un GRAN HERMANO retransmitido. Y pone en el escaparate lo peor de las clásicas luchas por el poder sin que los votantes y militantes del PSOE tengan más horizonte que el de espectadores de este numerito.

Las primarias prostituidas, que poco se parecen a un verdadero proceso de elección desde la base social, sino que más bien son una instrumentación de aparatos federales, aparatejos provinciales y aparatillos locales, de momento no nos dicen nada de los programas, proyectos e iniciativas de los dos candidatos en liza.

Unas elecciones por sufragio universal, donde se respete lo que decida el pueblo soberano y haya juego limpio y respeto a las reglas no forman parte de las inveteradas tradiciones hispánicas. No se pueden pedir peras al olmo.

Tomás Gómez se plantea la confrontación de poder a poder. Desde el poder virtual de las estructuras oligárquicas de un modelo de organización anquilosado y ya superado al poder real de unos alcaldes en cuyas corporaciones no todo es trigo limpio. Hasta el poder político del aparato central y de La Moncloa, que algunos ven en su declive. O que ya no les da el miedo reverencial que antaño tuvo.

No se perfila estrategia electoral alguna frente a un peso pesado como Esperanza Aguirre, consolidada en tiempos adversos y convulsos para el PSOE.

Es de temer, por consiguiente, que estemos de nuevo ante una ocasión perdida.

La reaparición de la Trini o la segunda parte de Aterriza como puedas en Madrid tampoco augura nada bueno.

Y entra en liza un nuevo actor en el “reality show”: Jaime Lissavetzky. Como gran activo, el haber estado cerca de grandes vencedores en el deporte: tenis, ciclismo, fútbol… Y más. Pero estar cerca de los vencedores no significa pertenecer a los que ganan. Puede estar muy cerca de Gallardón… Y, sin embargo, tener que oír: Madrid, la copa se mira y no se toca.

martes, 10 de agosto de 2010

¿ÉPICA, FARSA, ESPERPENTO O SAINETE?

-¿Y SE VA A ATREVER LA TRINI A LUCHAR CONTRA ESE, QUE ESTÁ HECHO DE CRIPTONITA?
- NO LO SÉ, EL SUPERINTENDENTE TIENE UN CABREO QUE NO VEAS.


No es verdad que estos sean malos tiempos para la lírica. Al contrario, la politiquilla madrileña nos llevará por el camino de la creación o recreación artística. Pasen y vean. Surge una pregunta:
¿A qué género literario pertenecería un relato o una dramatización del culebrón del verano político madrileño?

Dado el carácter semiheroico que le atribuyen a Tomás Gómez, quien como el Cid en la Jura de Santa Gadea, se ha plantado ante su señor y se ha erigido en un referente para la lid, hay quien quiere ver un combate épico en el que un nuevo héroe, comparado con un David que lucha con Goliat, inicia una larga marcha hacia el paraíso perdido. Vuelven los vocablos con resonancias del “combate”. Resistencia, lucha, Numancia, no pasarán, el honor (que es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios)… Abundan las palabras que nos descubren a un nuevo héroe en un mundo en el que el pragmatismo y el materialismo habían dejado anticuados los valores de la caballería. La épica cutre, más propia de las leyendas del PCE de otros tiempos sobre sus solitarias luchas de eras de heroísmo, es sólo la cortina de humo para que no veamos la picaresca más miserable, que es el género al que pertenece la infrahistoria de los profesionales de la política o politiquilla local. Pero Madrid no es que no sea místico ni guerrero. Por eso, es de temer que, dado el dramatis personae del PSM y el cariz de los gerifaltes de Ferraz y Moncloa, nuestra comunidad está condenada a no sobrepasar las peripecias del género chico. Tanto el tozudo madrileño como la dama boba no dan para más de un sainetillo o una zarzuela de las castizas, por mucho que el jefe se las dé de posmoderno. Para hacer política, a estas alturas ya sólo sería posible aplicar métodos expeditivos, tanto con la cofradía local como con el déspota iletrado. La grandeza de lo trágico está ausente en las farsas, los astracanes, las comedias grotescas y, qué decir tiene, en el esperpento.

De las aguas estancadas del FSM-PSM pocos peces no contaminados pueden surgir. Pero con las experiencias de aterrizajes y paracaidistas, hace falta tener muchos "motivos para creer" que nos hagan ver el advenimiento de la ministra de Sanidad con la fe, esperanza y caridad que ya no tenemos los que sólo veríamos la luz con una tabla rasa absoluta. La imagen de dedazo, de barullo, de falta de cohesión y de poca brillantez auguran un resultado poco halagüeño, si a eso añadimos la mala coyuntura nacional. Harían falta un comité de salud pública y una buena empresa de selección de personal y cazatalentos para buscar los mirlos blancos que no nos hagan volver a ver una vez más la misma previsible historia.

Estamos en verano. Y ya se sabe. El cine es ligerito, lleno de películas sin demasiado talento, que nos recuerdan a la comida industrial, en serie. No es ques sea sal gorda, es que todo es precocinado y con ketchup del malo y envases de plástico.

Desgraciadamente, no hay en el horizonte nada que augure que no vamos a ver la enésima repetición de Aterriza como puedas3, o Pesadilla en Ferraz Strret (4) o peor, Torrente en las municipales y autonómicas: apatrullando la campaña electoral.

domingo, 8 de agosto de 2010

NUEVO EPISODIO DEL SAINETE DEL PSOE MADRILEÑO


La verdad es que el panorama que ofrecen tanto el PSM como la dirección federal del PSOE no puede ser más deprimente con vistas a unas elecciones autonómicas en las que una tercera victoria de Esperanza Aguirre sería una maldición para los ciudadanos de Madrid.

El dramatis personae de este juguete cómico nos muestra el nivel de nuestra clase política, una de las instituciones peor valoradas por los españoles. Por algo será.

Tomás Gómez, héroe o villano de opereta, fue designado a dedo en su día y representa al aparato burocrático del PSM, su pesebre y clientelismo. Ha ejercido internamente de forma autoritaria (recordemos cómo despachó la discrepancia del concejal Alejandro Inurrieta en su blog: propuesta de expulsión) y en el plano institucional nadie recuerda una sola línea coherente en su pobre discurso, excepción hecha de su apoyo a la escuela concertada y a la no muy progresista supresión del impuesto sobre el patrimonio.

La candidata del gran jefe, Trinidad Jiménez, ya fue digitada en 2003, en aquel caso para las elecciones municipales de la villa y corte, en las que fracasó estrepitosamente. Luego no se dedicó enteramente a su labor de portavoz en el Ayuntamiento, de donde se propuso huir nada más ganar Zapatero en las generales. ¿Permanecerá en su cargo una legislatura completa si finalmente es la candidata y pierde? Por otro lado, como ministra de Sanidad ha sido sonora su precipitación en la compra de las inútiles vacunas contra la gripe A, otro absurdo despilfarro para un país al que no le sobra dinero exactamente. Y parece continuar en la línea del prohibicionismo compulsivo de su predecesora, lo que, unido a la misma insoportable levedad de todo lo que rodea a su valedor, no le da demasiadas credenciales como candidata.

La irreductible posición del antiguo regidor de Parla aboca a resolver el pulso entre los federales y el PSM en unas primarias, que se van a convertir ante propios y extraños en un test para Zapatero.

El Reglamento de Primarias, promovido por José Blanco, es leonino, porque establece unas condiciones para presentar candidaturas que limita sólo a los grandes grupos organizados la posibilidad de promover a sus aspirantes. Habría que volver a las primeras normas internas sobre primarias, abiertas a todos los militantes, sin una exigencia previa de un número tan elevado de avales, que son públicos, y además de forma que cada militante sólo puede respaldar a un candidato.

Desde el punto de vista de la imagen de esta minicrisis veraniega –o sainete de la más pura estirpe castiza-, la primera visualización es que Zapatero está perdiendo su autoridad dentro del PSOE, partido que ha dirigido de forma despótica mientras ha podido. No ha sometido ninguna de sus ocurrencias a ningún debate interno. La pérdida de crédito público por parte del presidente le está ocasionando un deterioro notorio. Y ahora ha demostrado que en esta ocasión el cálculo no ha sido el adecuado.

Las perspectivas electorales no son muy halagüeñas para el PSM, tanto con candidatos de la cantera como parachutados. No sólo repercutirán los malos datos de la economía y la política antisocial del gobierno de España, sino tambíén la imagen de maldición de la FSM, hoy PSM, una organización siempre marcada por sus conflictos internos.

Si a esto añadimos la impresión de disgregación de las federaciones del PSOE, que, si nos atenemos a la denominación de sus organizaciones territoriales, es un partido de partidos, concluimos que hubiera sido mucho mejor para todos que Zapatero se hubiera cogido el mes de agosto entero de vacaciones.

Haber estado un tiempo ocioso y relajado y haber vuelto con fuerzas renovadas, liberándonos durante un mes de sus originales decisiones habría supuesto que también el país y el PSOE habrían descansado por un tiempo del inquilino de La Moncloa. Que también nos lo merecemos.

sábado, 7 de agosto de 2010

LA VERBENA DE LA PALOMA

Madrid pasa del cosmopolitismo de ser una capital europea a lo más castizo del género chico.

Un ex-alcalde y una pija, hijos del pueblo de Madrid, me dan el opio con tal gracia que no los puedo resistir.

Es verdad que don Hilarión Zapatero ya ha decidido cuál de los dos le gusta más. Y es su Trini del alma, la que ya se pegó la castaña contra Ruiz Faraón.

Pero, para seguir las convenciones del género, el chulapón Tomás le ha respondido a don Hilarión Zapatero que "eso ahora mismo lo vamos a ver".

En fin, que también la gente del pueblo tiene su corazoncito, con lágrimas en la cara y celos bien reprimidos.

La zarzuela amenaza con divertir durante el vacío informativo veraniego y ahí tenemos a otra chulapa, doña Espe de la Puerta del Sol, que sólo puede caer si se muere de un pasmo tras el ataque de risa que le tiene que estar provocando la contienda que entre Tomás y sus acólitos, Zapatero y la Trini, están disputando muy cerca de la presidencia, en el Callejón del Gato, donde no hacen falta los espejos cóncavos y convexos para que las imágenes de personajes y fantoches se vean como una deformación grotesca, que caída la máscara posmoderna y telegénica, es sólo una mueca ridícula.

viernes, 6 de agosto de 2010

DEDAZO Y DEMOCRACIA EN LOS PARTIDOS



La Constitución española establece en su artículo 6º que los partidos políticos en “su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”. ¿Qué se entiende por “democráticos”? Pues no se especifica muy bien. Se supone que dentro de un partido político debería haber libertad de expresión, pluralismo, elección democrática (por sufragio universal) de los diferentes cargos y representantes… en fin, todo lo que para la organización de una sociedad se entiende por ´democrático´.

La realidad, sin embargo, dista de compadecerse con ese precepto constitucional, cuyo cumplimiento nadie parece muy interesado en reclamar. Y eso que los partidos son el principal instrumento de participación política de los ciudadanos. Son su herramienta para estar representados. Sin embargo, la democracia representativa es una estructura bastante deslegitimada, muy distante de la ciudadanía. Listas cerradas y bloqueadas, una clase política que no acepta limitaciones de mandatos, tendencia a la concentración del poder y no a la división de poderes… Por eso, muchos pensamos que vivimos en una democracia de baja calidad, donde los ciudadanos no cuentan con representantes a los que puedan pedir responsabilidades y que sean el reflejo de sus opiniones e intereses.

Los partidos políticos celebran congresos, donde los delegados, elegidos a su vez por listas cerradas y bloqueadas, eligen a otros delegados, que a su vez eligen órganos dirigentes. Es la traslación del modelo leninista y de nuestro pasado reciente, una síntesis de democracia popular con democracia orgánica, en la que realmente prima una partitocracia y dentro de ella una oligarquización del poder basada más en las lealtades personales, el clientelismo y el tráfico de influencias. Esta estructura favorece igualmente el vaciado ideológico, de manera que los partidos políticos devienen en maquinarias electorales, grandes empresas de márketing político, que funcionan más bien como “lobbies” que como un instrumento de representación. El discurso político tiende a la movilización de sus seguidores como si fueran una hinchada futbolística, fomentando el hooliganismo, la demonización del contrario y no articulando un compromiso y un programa con los ciudadanos a los que supuestamente aspira a representar.

Es patente, pues, que los partidos políticos en la España de hoy son esencialmente antidemocráticos. Vimos cómo en su día, en 2004, un partido político que presume de tener cientos de miles de militantes, como el PP, esperaba a que su entonces presidente designara mediante un dedazo indisimulado a su sucesor al cargo orgánico y a candidato a La Moncloa, donde hasta ahora no ha conseguido entrar más que como dirigente de la oposición. La falta de legitimidad democrática de Rajoy es tan patente como débil es su liderazgo. Cuestionado continuamente en su propio partido, en sus terminales mediáticos, intentó suplir ese vacío con un congreso que fue más un pacto con las oligarquías internas de su formación, con graves hipotecas y manos atadas frente a redes de corrupción que afectaban al aparato anterior y a varios aparatejos territoriales y gobiernos autonómicos.

Cuando en 1997 fue elegido Joaquín Almunia secretario general del PSOE en un congreso en el que el líder natural, Felipe González, decidió retirarse por sorpresa después de su derrota electoral del año anterior, fue consciente de esa falta de liderazgo. Y recurrió a un procedimiento insólito en la joven democracia española, algo que por imitación del modelo norteamericano se denominó “elecciones primarias”. Aunque no eran iguales que las que se llevan a cabo en Estados Unidos, mediante este procedimiento no iban a ser los comités, los aparatos ni los políticos profesionales los que designasen, sino los militantes los que eligiesen, sin intermediarios. Las “primarias” no las ganó Almunia, pese a lo cual ni dimitió de su cargo ni renunció a ser el candidato en las elecciones de 2000, que su partido perdió de forma contundente. A Borrell no le dejaron ejercer de candidato, pese a tener el apoyo democrático de la base social del PSOE. Y la bicefalia de las dos legitimidades no funcionó. Simplemente porque los mecanismos de elección directa son un cuerpo extraño para los aparatchik profesionales, quienes no saben desenvolverse bien en ese terreno. No es su medio. Se puede discutir mucho cuál es el mejor procedimiento para articular la democracia interna en un partido político, pero lo que es indiscutible es que el actual funcionamiento de las formaciones políticas en España es manifiestamente antidemocrático. Y que no se corresponde con el mandato constitucional antes citado.

Ahí tenemos cómo despachó el hoy cuestionado Tomás Gómez las discrepancias de un concejal de su propio partido, Alejandro Inurrieta, al que, por expresarse libremente en su blog, le incoó hace no mucho tiempo un procedimiento sancionador para expulsarlo del PSOE. Curiosamente, las tesis de Inurrieta, heréticas en su día, eran que Gómez no era el candidato adecuado para las elecciones autonómicas, opinión que ahora ha pasado a ser doctrina oficial en la ejecutiva federal, que es, por cierto, el órgano que deberá resolver el expediente remitido por los socialistas madrileños.

Pero el episodio reciente más lamentable que evidencia este despotismo indisimulado, en el que ni siquiera se cuidan las formas, es el rifirrafe para designar a los candidatos del PSOE a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid. Primero, ante una instancia “representativa” de las estructuras partidistas, el Comité Regional, el secretario de los socialistas madrileños manifiesta su intención de ser el candidato que intente relevar –difícil tarea- a la cada vez más crecida Esperanza Aguirre. Sin hacerlo ni ante los órganos del partido ni de manera colegiada, el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, hace ostentación y alarde de su poder expresando sus preferencias y sus voluntades, esto es, sus deseos. Sus deseos son órdenes, suponemos. Esta grosera exhibición de su poder personal, ajena incluso a los Estatutos de su partido, nos muestra su afán de controlarlo todo personalmente, y de hacerlo con ostentación, de decidir los más variados asuntos de manera despótica, entendiendo que por la cuenta que les trae a los que aspiren a ocupar puestos en las listas, todo el mundo dirá amén.

Trinidad Jiménez, que ya se estrelló en 2003 frente a Gallardón y que no asumió sus compromisos como portavoz de la oposición municipal hasta el final de su mandato, ha sido la ungida para la Comunidad de Madrid. Y Jaime Lissavetzky, por su parte, ha sido distinguido con el dedazo para enfrentarse al faraónico y megalómano Ruiz Gallardón, quien sigue siendo un buen activo electoral.

Por supuesto, de programas, ideas y de inquietudes ciudadanas de eso ni se habla. También los electores de izquierda estarán esperando a que los ungidos tengan grandes ideas geniales que habrá que seguir como borregos. Ese es el papel que el guión les ha asignado, el de meros corifeos.

Los ciudadanos, con sus recortes salariales, laborales y sociales, además de buscarse la vida en su actividad privada, no tienen más opción que seguir siendo convidados de piedra en esta democracia que sólo cuenta con ellos para que les pidan el voto cada cuatro años, casi con el único argumento de que si no votan a los “suyos”, vendrán los malos.

La falta de democracia en los partidos, junto con las listas cerradas y bloqueadas, el carácter oligárquico de la clase política, amén de la larga lista de privilegios y prebendas y la impunidad de la corrupción, hacen que el sistema de representación, tal como está funcionando, ya no aguante más y sea imprescindible que la sociedad civil se deje oír y empiece a organizarse. Porque, ¿alguien ha oído a alguno de los actores antagonistas en liza –o quizá títeres, cuando menos vasallos de su señor- qué quieren hacer en Madrid?

martes, 3 de agosto de 2010

Pongamos que hablan de Madrid. Los federales atacan de nuevo.



Pongamos que hablan de Madrid. Los federales atacan de nuevo.

Madrid es desde hace varias décadas un feudo político de la derecha. A esa situación se llegó tras un vuelco electoral que hizo perder al PSOE primero la alcaldía, cuando a finales de los ochenta el PP y el CDS unieron sus fuerzas para descabalgar al entonces primer edil, sucesor de Tierno Galván. Y más tarde, el poder autonómico. En la Comunidad los socialistas gobernaron hasta 1995, cuando Ruiz Gallardón derrotó al primer presidente de la Comunidad, Joaquín Leguina.

Y desde entonces se bailan los fandangos. En 1999, en uno de los momentos electorales más bajos para el socialismo madrileño y español, Gallardón se impuso en la Comunidad sin grandes problemas a una candidata aterrizada como Cristina Almeida, procedente del naufragio del PCE, simpática, locuaz, espontánea y no muy refinada abogada y comunicadora, pero que se estrelló contra el ya creciente peso específico del delfín favorito de Fraga Iribarne y niño bonito de Jesús del Gran Poder y del grupo PRISA. Ese mismo año, en la alcaldía, las primarias celebradas por la FSM arrojaron una victoria estrecha de Fernando Morán sobre Joaquín Leguina. Esas elecciones internas estaban más dominadas por las luchas intestinas tradicionales de los componentes de la mesa camilla que por la búsqueda de un candidato con posibilidades de éxito surgido de entre la masa social, los militantes de base, el pueblo o los potenciales votantes.

En 1999 las crisis internas de la FSM y el alejamiento de sus dirigentes de las preocupaciones del ciudadano medio terminaron pasando factura. A ello es preciso añadir que el momento político no era el más conveniente, en pleno descenso del PSOE, acercándose más a su suelo que a su techo político.

Pero hete aquí que cuando el ciclo político del PP empieza a declinar por su desgaste en la acción de gobierno, la ejecutiva federal del PSOE, con Zapatero a la cabeza, ya había empezado a tomar si no las riendas, sí ciertas decisiones estratégicas que iban a tener repercusiones importantes en la organización de los socialistas madrileños. En el año 2000, en el Congreso Regional de la FSM, Blanco, a la sazón secretario de organización federal y ministro plenipotenciario del gran líder leonés, promueve una candidatura interna encabezada por el profesor José Antonio Díaz, pero controlada por personajes célebres de “notoriedad efímera”, como José Luis Balbás y el que sería célebre por su espantá, el insuperable Eduardo Tamayo. Esa candidatura fue derrotada por Rafael Simancas, que encabezaba un grupo de entonces jóvenes dirigentes políticos, con simpatías por el exvicesecretario Alfonso Guerra y hermanado con una de las familias más clásicas del socialismo madrileño, coaligado con otros militantes de la más variada procedencia y que se basaba igualmente en el apoyo de un grupo de intereses transversales que han constituido los socialistas que estaban en determinadas empresas públicas y en CajaMadrid. Los federales presionaron para que los vencidos se integraran en la nueva ejecutiva, obsesionados con que Madrid pudiera ser un contrapoder al entonces incipiente y frágil nuevo aparato de Ferraz. Su falta de visión de lo que necesitaba el socialismo madrileño era tan aguda como la que siguen teniendo hoy.

Pensando en los comicios que se avecinaban, los dirigentes de la FSM y los federales acordaron que en 2003 no hubiera elecciones primarias y en su lugar sellaron un pacto en virtud del cual una candidata recién aterrizada en paracaídas (al estilo de los antiguos “cuneros” de la época canovista) encabezaría la lista al Ayuntamiento de Madrid para disputarle el puesto a Ruiz Gallardón, mientras que el secretario general de la FSM, en aquellos tiempos Rafael Simancas, sería el número 1 de la lista a la Comunidad. La elegida era una desconocida, joven, mujer, moderna, hija de un relevante magistrado, tenía una llamativa cazadora y…. Y nada más. Trinidad Jiménez, que así se llamaba la ungida por el alto mando, perdió de forma estrepitosa contra el invencible Gallardón. Previamente, Aznar había decidido permutar a sus cabezas de cartel en la capital del reino, pues veía más peligro de derrota electoral para el PP en el municipio de Madrid que en la Comunidad Autónoma del mismo nombre. Y el cálculo no fue del todo exacto, porque el PP perdió en 2003 la mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid, lo que habría abierto la puerta a una alternativa, fruto del acuerdo entre el PSOE e IU si no hubiera pasado lo que pasó.

Y lo que pasó, que todavía no nos hemos repuesto del susto, es que dos de los diputados impuestos por José Blanco para el órgano legislativo madrileño no comparecieron en la votación del presidente de la Asamblea. Incidente esperpéntico que provocó una crisis de desastrosas consecuencias para el socialismo madrileño. Una comisión de investigación que sacó a la luz de forma obscena, el más subido reality show de la vida política española, porno duro no apto para menores, los entresijos y los trapos sucios más decadentes de la clase política madrileña, fue la mejor precampaña electoral para hundir a la FSM y hacerle perder la esperanza de recuperar un poder que se veía muy cerca. El espectáculo basura a quien más dañó fue al PSOE. La gestión de la crisis por parte de Esperanza Aguirre fue hábil y pragmática. Agotó los tiempos para que no hubiera más remedio que celebrar elecciones. Y en octubre se repitieron los comicios, con una victoria del PP que cambió temporalmente la tendencia de voto de baja del PP y subida de la alternativa que ya se empezaba a detectar por esa segunda legislatura hosca y “sin complejos” de José María Aznar.

Nunca se ha enfatizado lo suficiente que si Zapatero no hubiera impuesto a Tamayo y su acólita en las listas autonómicas, Esperanza Aguirre no sería quien es. Espe se alzó con la presidencia autonómica merced a la política de listas electorales del aparato federal y a la mala gestión de la crisis que hizo Simancas. Y el PSOE madrileño hubiera recobrado un papel institucional que ya no tiene en el foro, de haber confeccionado unas listas electorales mínimamente fiables. Fue Ferraz quien arruinó las posibilidades electorales de la FSM, con un intervencionismo más basado en sus ansias por el control del aparatejo provincial y el aumento de sus cuotas de poder que por ayudar a salir del hoyo al socialismo madrileño.

Pero ahí no acaban las intervenciones ingeniosas, innovadoras y sorprendentes del postmoderno, sonriente y siempre activo líder, José Luis. Tras el primer aterrizaje de Trinidad Jiménez, saludado por algún miembro del Comité Regional de la FSM como el advenimiento de la santísima trinidad, en 2007 se repite la jugada. Se busca candidato a alcalde en los lugares más insospechados. Primero se pensó en José Bono, importante activo electoral y político al que había que aparcar en un espacio digno de las ambiciones y miras del actual presidente del Congreso. Pero el astuto manchego no quiso correr el riesgo y, además, no se iba a enfrentar a su amigo Gallardón. Y tras ofrecérselo sin éxito a varios contendientes en liza, como segundo o tercer plato, se parachuta al director de la oficina económica de Moncloa y guru de Zapatero, el ínclito Miguel Sebastián. Su candidatura contaba con el lema oficioso de “Miguel se va a hostiar”. Y efectivamente, la castaña que sufrió el fallido candidato fue de las que hacen época. El hoy ministro de Industria, tras el revolcón en las urnas, ni siquiera llegó a tomar posesión de su acta de concejal, dejando tirados a los votantes que habían puesto en él sus esperanzas y sus expectativas de cambio político en la capital del reino.

El lector puede reflexionar sobre el alto nivel de acierto de las intervenciones de Zapatero y sus colaboradores en la política del PSOE de Madrid. Hasta la fecha no han dado ni una en el clavo. Claro que hay que dejarles que sigan practicando, como a los malos estudiantes que agotan el límite de convocatorias, a ver si por fin hacen una a derechas.

Ahora, poco tiempo antes de que se pite la señal de salida, Zapatero cuestiona al secretario general del PSM, Tomás Gómez, quien se siente, como la señorita de Trevélez, compuesto y sin cargo, después de las ilusiones que se había hecho el pobre. No sabemos si se resiste de forma numantina o matritense, pero el exalcalde de Parla no se conforma con aceptar la consigna de que él no es el ungido. Conviene recordar que Tomás fue en su día digitado desde arriba como el salvador, el pacificador, el unificador y el renovador del siempre en crisis PSM.

Pero Tomás ya no les mola. Cierto es que no ha conseguido consolidar un liderazgo ni interno ni social, por mucho que los cuadros del Comité Regional le han prestado una adhesión que se la pueden retirar al día siguiente, cuando reciban las instrucciones pertinentes de quienes del indicarán qué tienen que votar.

Podemos vernos abocados a un inicerto proceso de primarias en el que sólo un candidato obtuviera los avales. O ninguno de los dos. Si Tomás Gómez se empecina en que haya primarias, el envite puede ser muy peligroso para el socialismo madrileño. Una derrota de la candidata de Zapatero sería una catástrofe, una victoria por la mínima, un mal comienzo de la campaña electoral, un desgaste inconveniente para una campaña que va a ser cuesta arriba. Cabe suponer que en los cálculos de Ferraz y de Moncloa está que el líder madrileño no aguantará el tirón y se impondrá la voluntad del gran líder. Pero a fecha de hoy eso aún no está decidido.

El cuarto desembarco de las tropas de Ferraz en el teatro bélico de la villa y corte y pueblos adyacentes amenaza con parecerse a esas operaciones militares de ejércitos poderosos cuyo fin inexorable es haber contribuido a la derrota y a la desolación de forma irremisible. Nunca en la FSM verán con más certeza el terrible lema que hizo popular un político de la UCD: “Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”.

lunes, 2 de agosto de 2010

VER LOS TOROS DESDE LA BARRERA



La ya muy conocida y comentada prohibición de los toros a manos de los políticos en nómina de la taifa de Cataluña está dando pie a todo tipo de comentarios, algunos de los cuales cogen el rábano por las hojas y aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para contarnos el rollo que tenían reservado a priori. Están en su derecho. Es el viejo recurso del texto como pretexto. Contribuyen así al ruido, que es una forma de que no escuchemos lo que no interesa que se escuche.

¿Pero cómo calificar la gesta de lo que han aprobado los diputadets? ¿Qué han hecho? ¿Coger el toro por los cuernos? ¿Ver los toros desde la barrera? ¿Echar un capote al independentismo tras sus ridículos en referendos ilegales e inútiles? ¿Poner las banderillas a los que se alegraban por la ambigua, insuficiente y chapucera sentencia del Tribunal Constitucional?

De momento, lo que han logrado los padres de la patria catalana ha sido polarizar, tensar (tensionar diría Antón Saracíbar), crispar, convertir el debate político en un rifirrafe propio de un programa de telebasura.

Y una gran proyección internacional. Por fin, la prensa extranjera mejor informada se ha enterado de que el problema más importante de toda la Historia de España (tauromaquia sí, tauromaquia, no) se resuelve mejor en una nación que es Cataluña, que si no ha progresado más en la historia es por culpa del centralismo castellano, luego madrileño.

Animando el cotarro, aunque corriendo hacia el burladero, el máximo respresentante de una identidad catalana con raíces charnegas, parece querer desmarcarse a toro pasado. La pena es que políticamente ya está para el arrastre. Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, un andaluz tan trepa, tan lleno de impostura. Cuesta mucho trabajo que un cordobés sea cómplice de la prohibición de la lidia en Cataluña. Claro que no es el cordobés por antonomasia, aunque él esté ya blindado de las cornás que le da el hambre con la pensión vitalicia que se embolsará cuando las urnas lo manden al toril y sea expresidente, con todas sus prebendas y canonjías.

La polémica taurina obliga a definirse en bandos, a introducir una nueva división entre dos Españas irreconciliables. Por eso, yo me mojo, para que no digan. Personalmente, a mí no me gustan los toros ni por la tele. Es un espectáculo desagradable. No los entiendo como cultura, confieso mi ignorancia. No los aprecio como arte. Señeras figuras de diversas artes si los sintieron, los admiraron y los reflejaron en sus obras. Pero la fiesta tiene sus seguidores y da trabajo a un no despreciable sector de ganaderos, toreros, baderilleros, mozos, y subalternos a los que los caprichos discrecionales de las “élites políticas” mandarán a la cola del INEM. Además, la supresión de la fiesta supondría la extinción de la especie.

Encima, es una decisión precipitada, prepotente, en la que la mayoría machaca los derechos de la minoría. Si se generaliza ese principio de actuación, podemos estar ante un abuso de democracia, régimen que debe ser, entre otras cosas, el gobierno de la mayoría y el respeto a la minoría. Es lo que podríamos llamar la dictadura democrática. Por despecho, por despotismo o por fanatismo, el Parlamento de Cataluña ha decidio excluir de su genuino, privativo y exclusivo y excluyente concepto de la ficción, perdón nación, catalana, un espectáculo que los más nacionalistas consideran ajeno a la esencia de la identidad patriotera. Y así va empequeñeciendo más el acervo de una cultura tradicionalmente mediterránea, tolerante, plural y con gran sentido práctico.

Lo que han perpetrado los ilustres representantes de un órgano legislativo que tendría mucho que debatir sobre otros asuntos es sencillamente un exponente de autoritarismo y despotismo iletrado que sufren los propios habitantes de Cataluña. El desastre del sistema educativo público catalán, literalmente declarable como un siniestro total, la corrupción estructural del poder político, que ya con el muy honorable presidente Pujol se inició por los caminos de una distinguida cleptocracia, la integración de los inmigrantes, que será un polvorín en breve, el déficit y la mala gestión presupuestaria de las administraciones centralizadas, son asuntos que no interesan. Se une esta decisión a una ya larga tradición reglamentista e intervencionista que ni hará progresar a la sociedad de Cataluña ni facilitará el bienestar de su población.

Al contrario, la prohibición encaja en un espíritu postmoderno, emparentado con el fundamentalismo progre, con notas de ecologismo demagógico e incongruente en la defensa de los animales, que es la seudojustificación de quienes quieren llevar a cabo la exterminación de los festejos taurinos en la nación catalana.

¿Qué repercusiones tiene esta decisión para la unidad de España? ¿Para las relaciones con el resto del “Estado”? Obviamente, ninguna, si excluimos que es un motivo más de tensión artificial con el que se agreden mutuamente los defensores a uno y otro de la península ibérica de las esencias patrias, de sus visceralidades, de sus respectivas rivalidades de hooligans. Un motivo más para hipertrofiar las fuerzas centrífugas, aumentar el victimismo y el infundado sentimiento de autoagravio, aderezado con un peligroso sentimiento anticatalán. Todo un clima de disgregación y de animadversiones recíprocas que cualquier “responsable” político responsable debería haber frenado hace tiempo.

En la mente de todos están quienes han jugado con fuego y nos pueden abocar al holocausto (en su sentido etimológico). Y ya veremos cómo termina ardiendo el polvorín que artificialmente ha fabricado una clase política que no ha estado a la altura de las circunstancias. Ese monstruo bárbaro y nefasto del nacionalismo (ya casi hoy independentismo), apoyado por los pactos coyunturales de gobierno que desde 1993 se han encargado de hipotecar el futuro.

Pero si antes hemos dicho que a los grandes intereses de España el desafuero de los diputados que tenían ese día voto libre y de los que obedecían consignas no le va a afectar, ¿a quién le va a perjudicar? Pues, como llevaba pasando después de la época del muy honorable y exbanquero, padre de una numerosa prole bienpromocionada y una señora racista y de escasa cultura cosmopolita, los paganos de las barrabasadas de ese Parlamento Autonómico serán los ciudadanos que viven en Cataluña. Quienes verán recortados, una vez más, sus derechos y libertades, y contemplarán igualmente cómo, pese a los delirios de grandeza de los herederos de ese traidor a la II República que fue Lluis Companys (cuya irrisoria y funesta carrera política se vio redimida y elevada al santoral por haber sido salvaje y cruelmente asesinado por orden de Franco y con la colaboración de la GESTAPO), su “país” se encamina hacia una intolerancia oficial que no ser observaba en la sociedad, pero que por ósmosis, terminará penetrando y alimentando la discordia civil.

Cataluña es un país cada vez más pequeñito, como en la canción de Eurovisión, más provinciano y miserable. La transterración de Albert Boadella, el ninguneo sistemático de Josep Pla y la falta de respeto a los catalanes que no se someten a los dictados de la secta nacionalista nos muestran que el concepto de identidad tiene unos límites tan artificiales y espurios que podemos entender que dentro de la concepción totalitaria y fascistoide de un nacionalismo de opereta, vivir puede ser irrespirable. La presión ya ha logrado que desde los inicios del Estatuto de 1979 hayan huido de Cataluña muchos: la presión los ha expulsado. Y de prota un charnego converso y de pacotilla, que ha asumido el papel más friki de esta tragicomedia que ojalá algún día los catalanes terminen echando abajo para no dar la razón al terrible augurio savateriano de que nos encaminamos a una nueva Inquisición. Por eso, la consolidación de las libertades tendría que pensar en cómo desinflar, y si fuera posible, acabar con el monstruo, a menos que deseemos minimizar sus perniciosas e inquietantes fechorías.

miércoles, 14 de julio de 2010

EL CACHONDEO DEL FRAUDE FISCAL



El fraude fiscal es uno de los máximos problemas estructurales de España, pues hace que las cargas del gasto público descansen sobre los hombros de los asalariados. Y, además, los fondos que no se ingresan podrían compensar el déficit público. Podemos constatar la extrañeza que nos produce ver la diferencia entre lo que declaran los trabajadores por cuenta ajena y los empresarios. Esta noticia pone de manifiesto una comparación escandalosa. ¿Cómo se explica que los ingresos del empleado medio no alcancen a comprarse un BMW último modelo o a cenar en un restaurante de lujo? Algo no cuadra. Y esta es una de las revoluciones pendientes más importantes que tenemos y que sólo se tomó realmente en serio José Borrell cuando era secretario de Estado de Hacienda. Por este motivo, el poco convincente artículo del director de la Agencia Tributaria en EL PAÍS no hace albergar demasiadas esperanzas de que este asunto se vaya a encauzar. Dos tesis del máximo responsable de la recaudación pública: el fraude no ha aumentado con la crisis y la solución de este problema depende de la concienciación. Como si fuera igual que la prudencia de los conductores para reducir los accidentes de tráfico. Con planteamientos así, ya sabemos lo que va a pasar con el fraude fiscal, que la vida seguirá igual, se escaparán los que siempre lo han hecho, pagarán los que siempre han pagado y los recortes derivados de la merma de ingresos los sufrirán los eslabones más indefensos.

¿DESPEDIR A LOS FUNCIONARIOS IMPRODUCTIVOS?




El diario ABC continúa su campaña contra los empleados públicos manipulando una propuesta de la CEOE, pues da a entender que la patronal propone el despido de los “funcionarios improductivos”. La veda que se abrió con el tijeretazo sigue abierta.

Como se puede ver, no cesan los ataques indiscriminados contra los servidores públicos. Muchos de ellos tendrían que empezar a retar a todos los calumniadores a que señalaran cuáles de sus obligaciones están incumpliendo y a pedirles explicaciones de con qué derecho difaman de forma genérica a todo un colectivo.

Algo habría que decir sobre la improductividad de las administraciones públicas. Estas hacen lo que les mandan los políticos, que son quienes marcan las prioridades. En la selección de personal cada vez se emplea más el dedo arbitrario que los principios de mérito y capacidad. El trabajo de los empleados públicos lo controlan y lo organizan los altos cargos, designados por el gobierno, que es el que dirige la Administración, tal y como indica nuestro texto constitucional. No se pueden admitir generalizaciones sobre la “improductividad” de los funcionarios, máxime si vienen de una institución como la CEOE, que es financiada en parte por el dinero del contribuyente y cuya presidencia no es exactamente un modelo de ortodoxia en la gestión empresarial.

El titular de ABC redunda en los mismos planteamientos de quienes desean reducir a la nada todo lo público, como panacea universal. En última instancia, para lo que sirven todas estas campañas es para justificar el desmantelamiento o la jibarización de los servicios públicos, ningunear el interés general y barrer para casa de forma absolutamente descarada.

sábado, 10 de julio de 2010

El incumplimiento de la ley en las Comunidades Autónomas

Produce cierto escándalo que algunas comunidades gobernadas por el PP se estén planteando no cumplir, obstruir o dificultar la puesta en práctica de una ley promulgada por las Cortes Generales: la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Tienen razón los que dicen que esa norma es de obligado cumplimiento en toda España. Y que ya se produjo el precedente de la ley del tabaco, que la Comunidad de Madrid descafeinó a propósito, creando un espacio legislativo propio que ignora de forma descarada las competencias que el Estado tiene sobre la materia.
El hecho, por supuesto, reviste una notable gravedad, porque implica, de hecho, una rebeldía legislativa por parte de una administración territorial que se niega a llevar a la práctica disposiciones legales de ámbito estatal.
Lo que no se ha comentado al respecto es que este incumplimiento flagrante se viene produciendo en otras comunidades sin que haya pasado nada. La legislación lingüística de muchas comunidades, y no sólo de las “históricas” gobernadas durante décadas por partidos nacionalistas, es un ejemplo de transgresión deliberada de los derechos y obligaciones derivados del artículo 3º de la Constitución. Sin que apenas nadie se haya llevado las manos a la cabeza. Al contrario, cuando se ha esgrimido que las “normalizaciones” lingüísticas llevadas a cabo por ciertos gobiernos autonómicos vulneran flagrantemente derechos constitucionales, se ha arremetido contra los agraviados y los críticos de forma inmisericorde. Por no hablar de las representaciones internacionales de entes administrativos que no tienen competencias y atribuciones en la materia.
Por tanto, el problema de la no aplicación de normas de carácter estatal, legislación vigente de obligado cumplimiento, es un asunto ya antiguo en nuestro Estado de las Autonomías que no ha sido atajado por los poderes públicos con la suficiente consistencia y resolución.
Lo que se proponen hacer algunos gobiernos autonómicos gobernados por el PP es sencillamente inadmisible en un Estado de Derecho, tenga cada uno la legítima opinión que tenga sobre el fondo de la citada norma. Pero es lo que lleva pasando en España durante décadas de forma impune no sólo sin que nadie se rasgue las vestiduras, sino con la justificación del desafuero y la descalificación de quienes han osado criticar la ilegalidad consciente.
O el Estado empieza a asumir su autoridad para evitar el continuo desafío de los poderes autonómicos cuando las leyes estatales no le complacen, y lo hace de manera generalizada, o caminaremos por la senda confederal, claramente inconstitucional, porque se convertirá en una práctica generalizada el abuso de las comunidades autónomas en la ampliación, por la vía de los hechos consumados, del marco legal establecido. Con la consiguiente merma del principio de legalidad y de las garantías legales de los ciudadanos que viven en los territorios donde sus reyes de taifas se han extralimitado.