martes, 25 de mayo de 2010

JUBILACIONES DOCENTES. ¿SOBRAN LOS PROFESORES “TRADICIONALES”?

Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver
Rubén Darío

Las mañas y ligereza
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.
Jorge Manrique

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Antonio Machado

Un asunto que suele ser tema de conversación habitual entre docentes que ya han pasado de los 50 tacos es el de la jubilación. Desde 1990 existe para los niveles “no universitarios” la opción de jubilarse anticipadamente y en los últimos años esa posibilidad también se ha extendido en ciertas universidades para los profesores de la enseñanza superior.

Como todo el mundo sabe, esta modalidad de jubilación para los profesores, que lleva casi veinte años en vigor, es un retiro incentivado del que se puede disfrutar a partir de los 60 años de edad si el interesado reúne determinados requisitos de servicios prestados y de antigüedad.

El abandonar la vida laboral provoca entre los asalariados con una cierta cualificación sentimientos encontrados. No así entre los trabajadores de la industria y los servicios, que la perciben en su mayoría como un beneficio y entienden que tener que trabajar hasta los 67 años es una lacra y un recorte de derechos. Entre los “intelectuales” no hay unanimidad al respecto. Para unos dejar de trabajar es una liberación de una carga demasiado pesada, mientras que otros la perciben como un trauma y una expulsión de la vida activa.

Cuando se aprobó en 1984 la ley/30 de Reforma de la Función Pública, jueces, catedráticos de universidad y numerarios de altos cuerpos del Estado denunciaron como una ominosa agresión la jubilación forzosa a los 65 años. Que duró menos que un spot y sólo afectó a un reducido número de profesionales, pues pocos años después se estableció para los funcionarios la eventualidad de prolongar el servicio activo voluntariamente hasta los 70 años. Reposición legal que se logró tras numerosísimos recursos, cartas de protesta y presiones corporativas de quienes no querían verse desposeídos precozmente de su condición de trabajadores en activo.

Pero desde entonces ha llovido mucho y entre el funcionariado docente poder retirarse de los ruedos antes de tiempo ya no se percibe como una marginación ni un envío al ostracismo.

Sólo tenemos que ver a nuestro alrededor cuántos “enseñantes” se han acogido a las llamadas jubilaciones LOGSE y LOE para constatar que cortarse la coleta, colgar los guantes o tirar la toalla ha sido la salida elegida por un porcentaje significativo de profesores nada más cruzar la frontera de la edad sexagenaria.

Los funcionarios docentes no se pueden quejar de las condiciones de acceso a la jubilación existentes hasta ahora. Otra cosa es la propia condición del profesor, que el sistema ha ido degradando y que quiere convertir en un mero pelele de la estúpida pedagogía oficial. Lo cierto es que el colectivo de los profesores del sector público es de los pocos que en este momento tiene una jubilación “a la carta”, privilegio del que no gozan otros trabajadores y profesionales, a los que o bien reconvierten por imperativo categórico o no les permiten la retirada previa cuando ellos quieren, según los casos. La jubilación anticipada e incentivada específicamente destinada a los funcionarios de la enseñanza no sabemos cuánto va a durar con la que está cayendo en la economía.

También es patente la simpatía con la que los más veteranos han ido viendo que la jubilación incentivada se fuera prorrogando legislatura tras legislatura. Cuando en las conversaciones para sellar el malogrado pacto de la educación fueron llamados los sindicatos, no es extraño que la prórroga de la jubilación LOE figurara en el primer puesto de sus reivindicaciones. En este enlace y en este otro podemos constatar la importancia que al asunto conceden los “representantes” del profesorado.

Es verdad que en la actual coyuntura, con los tijeretazos presupuestarios y con los globos sonda sobre una posible prolongación del servicio activo hasta los 67 años, la prórroga de la jubilación incentivada está en el aire. Son tiempos de incertidumbres y de recortes. Y si hay coherencia con las medidas presupuestarias, la jubilación especial para los docentes pasará a la historia y ya no podrán acogerse a ella los profesores que quieran salir pitando antes de tiempo. Pero, como en la política española hay tantas incoherencias, a lo mejor la mantienen un año hasta las elecciones, como una medida desesperada para luchar contra las encuestas electorales. Quién sabe.

Tengo que decir, por otro lado, que he firmado cuantas peticiones me han pasado a favor de que se mantenga la jubilación incentivada que han elegido como salida profesional tantos y tantos profesores. Y he firmado por solidaridad con muchos compañeros que sé que no aguantan más. Y que tenían esa expectativa de que les quedaban ya pocos telediarios. Y que ahora se les revuelven las tripas ante la posibilidad de pensar que tienen que estar cinco años más de los que pensaban. No digamos siete.

Nos dicen los propagandistas del discurso oficial que los jóvenes de hoy son la generación más preparada de la historia de España. Entonces ya lo voy entendiendo. Hay que echar a los profes más talluditos, los sustituimos por jóvenes, que están más al día. Debemos llenar las aulas de profesores de la generación más preparada de la historia de España. ¡A ver si se entierra de una vez la enseñanza “tradicional”!

Que conste que no tengo nada contra los jóvenes (accedí por oposición libre a los 22 años) ni contra ningún segmento del cuerpo electoral al que se quiere tratar con esa perversión de la “discriminación positiva”. Pero sí estoy en contra de la existencia de esa misma discriminación positiva, que es una plaga antidemocrática del esnobismo posmoderno. Lo lógico es que se tuviera en cuenta sólo la valía, sin mirar el sexo, la edad, la raza u otras circunstancias que nada tienen que ver con la adecuación a un cargo o a una responsabilidad. Pero entonces no estaríamos en España. Además, el márketing político se mueve por la connotación y por la creación de divisiones artificiales en la sociedad. Recuerdo que cuando era director de un instituto con 28 años y tuvimos una reunión tensa con un inspector, éste para relajar, intentó halagar al equipo directivo comentando que “estaba muy bien eso de que hubiera un claustro tan joven”, a lo que respondí con la espontaneidad propia de la edad: “!Qué estupidez!”. Ahora seguramente me habría callado por prudencia, aunque seguiróa distinguiendo con el mismo epíteto la sagaz frase del mencionado inspector.

La posmodernidad hortera que ha protagonizado el núcleo duro de la generación dirigente, con su presidente a la cabeza, ha agudizado una tendencia que vive en los sectores más pendientes de la venta del producto. En el mundo empresarial, mediático y cinematográfico se traslada al ámbito de la fecha de nacimiento la barojiana y darwinista lucha por la vida: la discriminación por razón de edad. Maduros y pasaditos fuera, abran paso a los jóvenes leones que acaban de tomarse su ColaCao con cereales.

Lo joven es lo que mola y a partir de una edad las personas son invisibles, ya no pueden salir en la foto. Este culto mediático a la juventud guarda un estrecho parentesco con lo nuevo, con la innovación. Todo se tiene que renovar, ser juvenil. El diseño es joven, como la noche. Las nuevas tecnologías pertenecen al universo vital de las nuevas generaciones, que son quienes las dominan. Los clásicos de la literatura y la filosofía no deberían tener lugar en la enseñanza del siglo XXI. Sólo sirven para coleccionistas jubilados y para la feria del libro antiguo y de ocasión.

La biología es la biología y el hombre intenta luchar con el apoyo de la ciencia para tratar de modificar la ley natural. Y justamente en un momento en el que la esperanza de vida aumenta y en el que sociológicamente tener x años no es lo mismo que hace medio siglo, parece que cuando cumplen ciertos años, las personas ya están de más. No pueden desfilar delante de la pasarela de la moda ni en la “fashion week” ni en el “spot” electoral. Y lo peor es que algunos mayores de 45 interiorizan la propaganda del enemigo y empiezan a sentirse no sé si culpables, pero sí algo acomplejados por haber sobrepasado ya una determinada edad y carecer de ese glamour que te da la tersura del rostro y la fotogenia de la juventud.

De ahí que una de las tres ideas que más ha repetido sobre la educación el presidente, amén de la conveniencia de gastarse un pastón en las tecnologías en las aulas y de programas bilingües en idiomas modernos (de los que, por cierto, no tiene ni puta idea), es “el rejuvenecimiento de las plantillas”. Es que es un hortera con transistor. Su estética está a mitad de camino entre la españolada casposa de un López Vázquez que se quiere quitar de golpe la represión y el pelo de la dehesa y la pseudomodernidad de Almodóvar, con unos toques de jefe de planta de El Corte Inglés, que es el máximo puesto al que podría haber optado nuestro gran timonel si este fuera un país serio. Cierto es que él ha tenido una especial obsesión por liquidar a la generación política precedente, especialmente a sus propios correligionarios. En su subconsciente soñaba con ser un Kennedy que abriera una nueva frontera y sentirse como las burbujas de la Coca-Cola, sensación de vivir y la chispa de la vida. También es verdad que se ha rodeado de una efebocracia netamente indocumentada que lo reconoce como su líder natural. Y es que el jefe sólo quiere animadoras, “cheerleaders”, no gente que piense. Y ha despreciado la experiencia previa de quienes le precedieron y que su adanismo le ha llevado a entender que con él empezábamos una nueva era. Aunque de vez en cuando recupere por conveniencia a algún dinosaurio amortizado que le saque las castañas del fuego.

Pero el asunto que merece un análisis particular es: ¿por qué se ha ofrecido al colectivo docente desde la promulgación de la LOGSE la posibilidad de una jubilación anticipada?

Entonces, en 1990, el MEC no era una empresa que perdiera dinero ni iba a contratar a profesores nuevos con un salario sustancialmente inferior. Al contrario, la jubilación LOGSE era un invento que le salía bastante caro al sistema y suponía una carga para el erario público y las cuentas de la previsión social. Es decir, que se hacía por otros motivos muy distintos de los que inspiran los ERES del sector privado que han generado prejubilaciones a edades en ocasiones escandalosamente tempranas.

Tenía uno 32 años cuando se perpetró la LOGSE y veía el asunto del retiro como un horizonte muy lejano desde el punto de vista personal. Siempre me pareció que las jubilaciones anticipadas de los docentes implicaban que el Ministerio deseaba deshacerse de un profesorado tradicional para dar paso a un profesorado formado en una nueva doctrina. Me sonó, pese a que a no me consideraba personalmente aludido en aquel entonces, a algo parecido a la reforma de Narcís Serra con los militares: se les da un puente de plata a los uniformados que vienen de la oprobiosa para depurar elegantemente a tantos y tantos jefes y generales que en el fondo simpatizaban con los golpistas y eran nostálgicos del régimen anterior. Tuve la sensación de que el legislador pensaba que había profesores que sobraban. ¿Por qué? Y me hacía estas preguntas: ¿Es que un profesor ya ha perdido sus cualidades intelectuales a partir de cierta edad? ¿Es que la que se viene encima con la reforma es una tarea tan dura que hay que dar una vía de escape a la gente porque no se va a poder soportar?

Han pasado veinte años desde que se llevara acabo la reconversión educativa, cuyos estragos son del dominio público. Hemos pasado por tiempos posmodernos en los que la juventud vuelve a ser un valor en alza, aunque tengamos una generación de mileuristas precarios. Con sus héroes efímeros, como los “yuppies”, ya olvidados. Y que en España, que somos un poco más cutres, fueron los héroes del pelotazo. La exaltación de la juventud fue explotada por los fascistas italianos, los falangistas y la militancia prebélica de los partidos socialistas y comunistas en el Frente Popular. Eso sí, en tiempos convulsos. En la empresa privada se entiende que hay una lógica basada en la rentabilidad y la explotación de la mano de obra: personal más eventual, que traga carros y carretas, no tiene una experiencia de una situación anterior y está dispuesto a trabajar por salarios más bajos… ¿Pero en la enseñanza pública? ¿Para qué?

Pues si leemos y oímos dos documentos sindicales sobre el asunto, a lo mejor salimos de dudas. Juzgue el lector los siguientes documentos de la propaganda sindical, que combinan “reivindicaciones muy sentidas” entre los profesores con doctrina pedagógica de la línea dura sobre el profesor que necesita la educación en España.










Tras leer y oír a los representantes oficiales del profesorado, ¿no está claro qué tipo de profesor sobra y quién hace falta?

Dejemos al margen las faltas de concordancia, los anacolutos y la escasa calidad lingüística de locutoras y sindicalistas. El vídeo tiene su miga, su “mensaje”, como decían los progres del tardofranquismo. Y aunque los nacionalsindicalistas que pontifican circunscriban los beneficiosos efectos de deshacerse de los profes más viejos al nuevo sistema educativo andaluz, las enseñanzas de estos grandes líderes sociales son extrapolables a toda España. E incluso al mundo mundial. Son una verdad pedagógica universal.

Si el lector y espectador aguanta los casi cinco minutos del vídeo del Canal2 de Andalucía, en connivencia con el sindicato de clase CCOO, podrá sacar sus propias conclusiones.

Con el visionado podrá deleitarse con la “mejora y modernización del sistema educativo andaluz” con una banda musical marchosilla y alguna imagen de profesores jóvenes entremezclados con docentes cuya fecha de caducidad está próxima.

Y podrá instruirse sobre cómo CCOO ha salvado –en solitario- a los docentes. Y de paso han contribuido a renovar la docencia. Lo ha dicho el NO-DO.

Un pequeño test de aprovechamiento:

¿Qué les ha parecido el vídeo?

a) Excelente, refleja muy bien las necesidades de renovación del sistema educativo andaluz.
b) Sin comentarios.
c) El exabrupto es tan fuerte que no se puede publicar.
d) Una razón de más para pedir que no se dé directa ni indirectamente ni un duro más a los sindicatos neoverticales que pagamos todos con nuestros impuestos.

sábado, 22 de mayo de 2010

LEIRE PAJÍN, VENDEDORA DE IMPOSIBLES

Leemos en EL PAÍS de hoy, 22 de mayo de 2010, este curioso titular:
Pajín: "Las medidas duras y difíciles contra la crisis son temporales"
La secretaria de Organización del PSOE alecciona a sus compañeros en Alicante sobre cómo vender los recortes de Zapatero



Todo es temporal en esta vida, hija mía. El uso de argumentos perogrullescos muestra la agónica huida hacia adelante ante el precipicio. Nuestra propia azarosa existencia tiene un límite en el tiempo que sólo el destino sabe qué día será el día por antonomasia. Y a partir de ahí ya no sabemos si nos espera el tiempo inerte o la infinitud del ser. El propio cargo que desempeña la inefable Leire Pajín también está marcado por el atributo de la temporalidad. Causa estremecimiento sólo el pensar que pudiera ser eterno. O vitalicio. Que reine la sensatez y sustituyan a la jóvena de cuota por una persona que por lo menos tenga el nivel cultural de un bachiller de los de antes de la LOGSE.

Olvidado está el acontecimiento histórico interplanetario de la coincidencia de dos liderazgos, el de Obama y el de Zapatero. Del guión de "2010, una odisea del progresismo cósmico" ya nadie se acuerda. No está el horno para bollos.

Tras haberse adoptado medidas claramente injustas desde el punto de vista social, sin consultar a nadie, sin debate previo ni explicación creíble después de tantos despilfarros, ya es muy difícil articular un discurso con el que hacer frente al malestar.

Y con toda la que está cayendo los políticos profesionales en la nómina del gran líder interplanetario van dando tumbos por la vida, sin creer en lo que dicen ni transmitir credibilidad. Y en el selecto y escogido grupo de los elegidos, Leire tiene un papel estelar arengando a las masas y ha de ser fiel al guión. Sólo se desnuda -mentalmente, claro está, no teman- si lo exige el guión. La chica está en su papel, pero le falta oficio. Y de tablas en el escenario… ni te cuento. Cuando, además, no se tiene ni buena presencia ni don de palabra, el conjunto es tan patético que uno siente vergüenza ajena al oír cómo se asoma al atril a dejar sin trabajo a los caricaturistas.

¿El improvisador no sabía cúáles iban a ser las reacciones ante las medidas que ha tomado? ¿Calculaba que después de otros disparates impunes se volvería a repetir la jugada de que le salieran gratis? Debe de tener anosmia el gran líder, porque esta vez su olfato le ha fallado. Va a empobrecer a tantos de los que le han votado que, por muchos malabarismos dialécticos y propagandísticos que se hagan, con la nueva ocurrencia es difícil pensar que la gente vaya a tragar. Y es que cualquiera con dos dedos de frente sabe que no se juega con las cosas de comer.

Y encima el departamento de márketing lleva de gira a una vendedora a la que jamás habría seleccionado nadie que se hubiera jugado su propio dinero en el empeño.

¿Por qué se obceca quien se obceca en situar en los puestos del escaparate a personas que no dan el nivel? Como diría Lola Flores, ¡qué pena, penita, pena!

viernes, 21 de mayo de 2010

PACTUS INTERRUPTUS. LA ESTABILIDAD, AMENAZADA



Al final no ha podido ser. El tan solemnemente anunciado pacto educativo no va a tener las firmas y los apretones de manos que hubieran permitido rubricar un consenso general para que la escuela dejara de ser el centro de la polémica. Si bien, a medida que avanzaba el tiempo, el gran evento parecía quedar reducido a un acuerdo de mínimos, “el pacto de los montes”, y en su documento final (¿la solución final?) volvía a considerar intangibles los grandes principios irrenunciables de la pedagogía imperante, el dinámico titular de la cartera de Educación siempre pensó que no había que rendirse y que la llama de la esperanza aún no se había apagado.
Es más, en su fuero interno, el ministro quizá soñaba con el milagro de sentar en torno a la mesa de los salones más vistosos del MEC a todos los “representantes” del mundo educativo y político en torno a un documento compartido y unitario, fumando todos juntos la pipa de la paz. El gran pacto nacional sobre la educación ha sido un pactito feo, un aborto, o una interrupción abrupta de una gran quimera que ahora vemos quebrarse sin que otro reclamo publicitario se divise en el horizonte inmediato para que todos hablemos de lo que el poder quiera. Pues se sigue reservando el privilegio de marcar la agenda y decirnos a todos de qué tenemos que discutir y conversar.
Gabilondo, un profesional solvente y de más nivel que sus colegas del Consejo de Ministros, universitario de prestigio, acepta el papelón que le encarga Zapatero: una imagen de unidad que llevarse como baza a la incierta campaña electoral. Pero ese encargo tropieza con tantos obstáculos en el camino que termina en vía muerta.
En conclusión, la educación sigue siendo uno de los caballos de batalla entre las dos grandes fuerzas políticas, al menos nominalmente. Si Blas de Otero pedía la paz y la palabra, el presidente se conformaba con la foto y la sonrisa, galardones que la oposición le ha negado. Parece que en sus ansias por recuperar el poder los peperos consideran rentable electoralmente un mensaje diferenciado en materia educativa. Y que el gobierno lleve él solito la pesada cruz del fracaso en la enseñanza. ¡Qué egoístas y carroñeros!
Los hermanos Gabilondo lloran por un querer que no pudo ser. El ministro, fiel al guión, con modales más suaves y palabras menos toscas, repite el papel de oposición de la oposición que ya le han enseñado otros miembros y otras miembras del flamante gabinete paritario y talentoso de la España plural. El periodista de las ondas y de los telediarios, Iñaki, el telepredicador con más solera de cuantos pueblan los medios, ha lamentado en su homilía de Cuatro Televisión la actitud pecaminosa e irresponsable de quienes no han querido ni sabido estar a la altura de lo que requería con apremio inexcusable el sumo interés de la patria. Desde el púlpito, apocalípticamente, nos amenaza con la gran penitencia que llevaremos por el pecado original y que vamos a pagar todos los españoles: la inestabilidad del sistema educativo.
Este curioso argumento, o mero eslogan de la propaganda oficial, el de la estabilidad del sistema educativo, se ha magnificado hasta extremos que le confieren el carácter de nuevo sacramento. “Hay una demanda social de que los partidos pacten un modelo educativo estable” y no se peleen como verduleras o como escolares revoltosos en el recreo de las once. Es curioso que con mucha frecuencia, cuando se quiere que un asunto no se discuta en sus fundamentos y sea elevado a la condición de dogma intangible, se recurra a esa presunta demanda social, que justifica y sacraliza todo lo que toca y que no sé de dónde se la han sacado. Pero que cualquiera se atreve a contradecir. ¿Estaría usted dispuesto a navegar en contra de la demanda social? Responda, atrévase a decir que no.
Cierto es que sería una calamidad que cada vez que hubiera un cambio de mayoría parlamentaria se pusiera patas arriba todo el sistema educativo y estuviéramos en obras hasta que llegase la siguiente alternancia. Y así vuelta a empezar. Como en un fatídico eterno retorno, como si de Penélope se tratara tejiendo y destejiendo continuamente. ¡Qué sino trágico el de estos españoles que no se ponen de acuerdo por decreto en el sabroso manjar que han cocinado los corifeos del señor ministro!
Pero la realidad de las últimas décadas desmiente este temor a la inestabilidad permanente del sistema educativo, a la llegada de otro mal del milenio, como la destrucción del planeta, la gripe A que provocaría una pandemia cósmica o el advenimiento del fin del mundo que auguran algunos solitarios oradores pegados a las farolas de la Quinta Avenida de Nueva York.
Lo cierto es que en España desde la aprobación de la Constitución ha habido muchas leyes orgánicas que han desarrollado su artículo 27: el Estatuto de Centros de la UCD; la LODE, la LOGSE y la LOPEGCE, bajo el gobierno de Felipe González; la LOCE, en los años de José Mª Aznar; y la LOE, con la actual administración “socialista”. Sin embargo, desde el punto de vista de lo que es la estructura del sistema educativo, sólo ha habido dos modelos en los últimos cuarenta años: la ley/70, de Villar Palasí, promovida por los tecnócratas del Opus Dei, que extendió la escuela obligatoria hasta los 14 años y que introdujo en el poder a la secta pedagógica, entonces formada por teresianas, seguidores del beato/santo Escrivá y otros “expertos”. Y la LOGSE, de 1990, auspiciada por psicopedagogos y respaldada por todos los movimientos de renovación pedagógica, así como las direcciones de los sindicatos de “clase” y los partidos de “izquierda”. Más la prensa “maja”.
Las dos leyes orgánicas anteriores a la LOGSE no afectaban a la ordenación del sistema educativo, sino a la gestión, financiación y régimen de alumnado de los centros públicos y subvencionados, luego concertados. La LOPEGCE apenas tocaba el sistema educativo. Se hizo para corregir el modelo de gestión de los Consejos Escolares y la elección del director, la evaluación de la enseñanza, además de blindar en un nuevo cuerpo a los inspectores temporales que habían sido seleccionados en “concursos de méritos, no concurso-oposición” por afinidad y asentimiento. O sumisión y obediencia, por apropiarme de las palabras de Juan Pedro Viñuela. O si queremos, pancismo, por utilizar el término más caro a Pablo López Gómez. Aquello fue un auténtico fraude de ley. La Ley de Calidad (LOCE), tan denostada y raudamente derogada por quienes pregonan la estabilidad como tótem, maquillaba un poco la LOGSE, aun sin cambiar en esencia la estructura del sistema educativo. Y la LOE reafirmaba y -aun ahondaba más- los principios de la malhadada LOGSE. Era más LOGSE que la propia LOGSE. Si no quieres caldo, toma taza y media.
Por tanto, la tesis de que la estabilidad del sistema educativo está en peligro es una absoluta falacia, un pseudoargumento de quienes se han enrocado en lo que algunos llamamos el búnker pedagógico. Niegan la legitimidad de un cambio, por mínimo que sea, aunque los resultados del invento, casi veinte años después, sean un fracaso rotundo y desalentador que casi nadie puede negar. Aunque ya sabemos: hacen falta más medios, nuevos profesores y nuevas profesoras, más jóvenes y más jóvenas, nuevas tecnologías, más expertos, más autonomía de los centros y más cursos para formar a los profesores en los nuevos retos y de paso financiar a quienes todos sabemos. Para los más talibanes, el sistema educativo actual no se puede tocar, es como los Principios del Movimiento Nacional, que eran permanentes e inalterables. El secretario general de CCOO de Enseñanza ha llegado a exigir que para cambiar las leyes educativas haya mayorías cualificadas de 3/5. ¿Por qué este señor quiere cambiar por narices las reglas del juego? Obviamente, para hacer inviable la más leve modificación del statu quo.
Uno de los escenarios previsibles se ha cumplido. El MEC no ha cedido en nada de lo que era el núcleo duro de la LOGSE y la oposición no quiere regalarle ni una miaja a Zapatero y opta por el desgaste. Verdad es que no se han aceptado ninguna de sus posiciones. Y también que no nos dice qué haría con la educación si gobernara. Aunque ya lo vimos en 1996-2004. Y ya lo vemos en las Comunidades donde tiene el poder.
¿Y ahora qué? Pues el ministro no se resigna y quiere seguir pactando. El problema es que para llegar al clímax ya lo tiene que hacer solo, y no en compañía de otros. De la gran cama redonda soñada habrá que pasar al solipsismo y a la soledad, en suma, a un puro onanismo. Ante la falta de partenaire, la pactomanía, ironías del destino, terminará convirtiéndose en un vicio solitario.
No faltarán las malas lenguas que dirán que todo este rollo del pacto educativo ha sido una hábil maniobra distractora del presidente para tener entretenido al personal y desviar la atención de otros graves problemas para los que no tiene soluciones. En lugar de hablar del abandono escolar, de los malos resultados de todas las evaluaciones del sistema, de la violencia en las aulas y de otros asuntos nada gratos, nos inventamos una noticia. Le damos a un nuevo ministro con ganas y cierta vanidad un juguete para que anime a la peña. Y así hasta que se le acaben las pilas. Y después, ya se le ocurrirá algo a José Luis. Que el chico capacidad de maquinar e imaginar sí que tiene. Pronto volveremos con más diversiones. Porki, Porki, nuestro rey.
-Ángel, ¿quieres el sillón de ministro de Educación?
-Hombre, presidente, si tú me lo pides… ¿Y qué quieres que haga?
-Quiero que unas a todas las fuerzas de la enseñanza y logremos un pacto de Estado, histórico, la primera vez que en España todos llegan a un acuerdo sobre este tema. Te encomiendo una misión apasionante.
-Ahora voy a encargarlo, presidente, gracias por la confianza.
****
-Marchando una de pacto.
-Oído cocina.
-A ver, a ver, a ver, ¿Cómo ha salido el pacto que habéis guisado? Espero que se lo coman los del PP, porque le he dicho al chef que eche un poco de rigor y de esfuerzo y así les tiene que gustar.
-Oiga, que esto es un recuelo de la LOGSE, que está el currículum recalentado, pero que huele a lo de siempre. Lo quiero más hecho, por favor.
-Cocina, que lo cambiéis un poco, que a los invitados les sabe al plato que ya habían tomado hace años.
-Pues nosotros no vamos a renunciar a la deconstrucción de la tortilla de patatas. Lo importante no es el sabor, sino el concepto. No nos pidas que cambiemos el plato, porque es una conquista de la innovación gastronómica que sólo a los paladares antiguos les da asco.
Nada, que no se lo tragaron.
Entre medias, el ministro le comentaba al presidente que el pacto no iba a salir.
-Pues si no se lo comen, da igual. Que se hagan una foto. Quiero una foto. ¡Mi reino por una foto!
-Que dicen que ellos sólo se hacen una foto en bautizos, comuniones y bodas canónicas. Que contigo no se hacen una foto. Sólo con el fotógrafo de la iglesia.
-Se van a enterar.
El ministro Gabilondo, que ya se veía en los futuros libros de texto de historia como un personaje providencial, puede convertirse en otro de los juguetes rotos de la política efímera e insustancial de su jefe, damnificado por las ocurrencias de nuestro sonriente y optimista primer ministro. Y en esta nueva andadura es posible que se vea poseído por la melancolía, un sentimiento común de muchas de las víctimas colaterales de los juegos de artificio del imaginativo José Luis, quien siempre pensará que ha merecido la pena una iniciativa a la que han dedicado tantos minutos del telediario, pese a que era otro truco más de prestidigitación que iba a terminar en un nuevo “bluff”. Claro que en su optimismo antropofágico, él pensaría: “Pues si cuela, cuela. Y menudo pelotazo”.
De ahí que al igual que ha hecho Fray Josepho con Sonsoles Espinosa, a Gabilondo, por su gran categoría, también le vamos a componer una Sonatina, porque su melancolía tras el fiasco del gran acuerdo con el que iba a pasar a los anales de la Historia con moldes de oro nos inspira una profunda conmiseración con ese estadista que España podría haber tenido y que se diluirá en la nada y pasará a la colección de cadáveres políticos que el presidente guarda con indiferencia exasperante en los armarios de La Moncloa.


Gabilondo está triste, ¿qué tendrá Gabilondo?
Las palabras no brillan en su verbo redondo,
que ha perdido el carisma, que ha perdido el tirón.
Gabilondo está mustio en su triste oficina,
mientras ve que su tiempo sin remedio declina.
Y no hay pacto ni acuerdo sobre la educación.

El despacho está lleno de inanes asesores,
de expertos que hace siglos que fueron profesores,
y cien mil pedagogos que pregonan chorradas.
El Ministro no goza, el ministro no atina,
el Ministro no flipa ni harto de cocaína.
Y se acaba y marchita su gran cuento de hadas.

¿Piensa acaso en su cátedra donde volverá un día
o en vivir apartado con su filosofía,
contemplando en sus sueños toda la vida eterna?
¿O en sus tiempos de fraile de feliz mocedad,
donde sólo existían fe, amor y bondad?
¿O en lo dura que ha sido esta vida moderna?

¡Ay!, el pobre ministro, con su viva elocuencia,
quiere que se le trate como gran eminencia,
tener plenos poderes con los que destacar,
no depender del capo ni de los mequetrefes
y pasar por encima de quienes son sus jefes,
para no estar atado y de verdad mandar.

Pobrecito ministro de aspecto primitivo,
está solo en política y más muerto que vivo,
rodeado de envidia, celos y alta traición.
La banda de Marchesi intriga y desconfía,
con regocijo aguarda que llegue pronto el día
en que de la Moncloa le den un empujón.

¡Oh, quién fuera vasallo de un señor con más clase,
quién se hubiera hecho antes militante de base!
¡Oh, visión adorada de sus más dulces sueños!
¡Oh, nostalgia infinita por el tiempo perdido!
¡Oh, la pena mayúscula por lo no conseguido!
¡Oh, el fracaso sonoro después de tanto empeño!

Mira, mira, ministro, sueña en su pesadilla,
con el casco ceñido viene a toda pastilla,
con un sobre lacrado y un gesto aterrador,
el veloz motorista que te anuncia tu cese,
que te manda un mensaje, por mucho que te pese,
de que dejas el cargo por orden superior.


Epílogo (21 de mayo de 2010)

Con la que está cayendo sobre nuestras nóminas y nuestras futuras declaraciones de la renta hay noticias que envejecen de tal forma que parece que se hubieran producido en el jurásico. Sin embargo, la vida sigue, aunque ahora casi todos los ministros están escondidos. Somos más pobres, la ficción ya no es creíble para casi nadie. Y no es un momento dulce para aparecer en público como miembro o miembra del gobierno que ha protagonizado la mayor agresión social a los trabajadores en los últimos años y que está en horas bajas. Pero tras el sobresalto del decretazo, que puede que no sea el último hachazo a contribuyentes, asalariados y empleados públicos, no habrá más remedio que volver a mirar por dónde van a ir los tiros de la política educativa. Podemos esconder la cabeza debajo del ala. O volver a enfrentarnos con la cruda realidad de una educación estatal bajo mínimos, en un contexto general de putrefacción de la cosa pública.

¿Qué va a pasar en lo que queda de legislatura con la política educativa nacional? Claro que no sabemos ni cuándo va a terminar su mandato este gobierno, si llegará a 2012 o si esto no aguantará más. Mientras existan diputados que le voten los presupuestos, habrá Zapatero. Mientras las encuestas no le digan que él gana, habrá Zapatero. Ojalá este pronóstico fuera un error. El gran líder no va a adelantar las elecciones con el patio tan caliente. ¿De dónde saldrán los 1.500 millones de euros que anunció Gabilondo para financiar su malogrado pacto?

Tras el fracaso del pacto educativo, son muchos los que han puesto en duda que el ministro quisiera hacer cambio alguno. Que conste que no soy gabilondista ni nada por el estilo, pero creo que en un primer momento el ministro entró con un ánimo bien distinto con el que terminó el proceso de negociación. No es que el ministro me ponga, pero si leemos y oímos lo primero que decía, parecía que un aire nuevo había entrado en el ministerio. Y en Deseducativos alguien se hizo eco de ese hecho. Gabilondo estaba dispuesto a hacer cambios legales, era un outsider que no concebía el tinglado educativo como intocable. En seguida la guardia pretoriana le dijo que ni hablar. El Confidencial de hoy cuenta algo al respecto. Por supuesto que detrás de este parón a cualquier concesión está Rubalcaba, secretario de Estado cuando se aprobó la LOGSE, quien no acepta que se ponga en cuestión la bondad de aquella nefasta iniciativa. Gabilondo no descartaba la posibilidad de recortar un año de comprensividad y hacer un bachillerato de tres años; o un cuarto de la ESO con itinerarios. Le dijeron que no hacía falta, que la diversidad estaba bien atendida. Ni siquiera pudo cambiar a la secretaria de Estado de Educación, antigua consejera del ramo en Aragón y que comparte la idea confederal de la política educativa. No en vano dejará el ministerio en breve para ser la candidata a la Xunta aragonesa. Entre el búnker pedagógico y los consejeros y ex consejeros han hecho una presión que ha dejado al ministro convertido en un figurón. Lo dejaron solo como a la señorita de Trevelez. Lo suyo ha sido una tragedia grotesca, hoy olvidada con todo el ruido originado por los decretazos con los que vamos a tener que irnos de vacaciones con el pañuelo de cuatro nudos y haciendo auto-stop.

Gabilondo es ya una anécdota en la historia del sistema educativo. Políticamente es humo. Un personaje efímero en una deriva que ya se va a acelerar de manera imparable. Gabilondo ha perdido su voz propia para convertirse en eco, en la voz de su amo. No sé si será demasiado fuerte afirmar que como político aficionado ha exhibido cualidades de oportunismo y frivolidad, de seguir en el cargo como sea, que no son exactamente las que acompañan de autoridad moral a un discurso. Lo que sí se le puede reprochar es que si no estaba de acuerdo de verdad con el “bluff” del pacto, es que no haya tenido el coraje de presentar su dimisión. Pero desde luego, con todo lo que se le pueda criticar, fue una persona sincera que se creyó el encargo de su jefe, quien, sin miramiento alguno, ha distinguido a todos sus subordinados –para él no son equipo, son tropa- con un despotismo más propio de los tiempos aquellos que hay que tener en la memoria. Un jefe que nos trata a todos como sus súbditos. Consecuencias de la profesionalización de la política en la que los ciudadanos somos convidados de piedra, cuando no usan la ídem para lanzárnosla como arma arrojadiza.

Y todo este episodio del pacto fallido ha puesto de manifiesto varias realidades:

1. Un independiente no pinta nada si no tiene el apoyo del presidente o del aparato para llevar a cabo políticas que haya diseñado él mismo al margen de los grupos que detentan el poder real. ¿Se creían que sólo eran floreros ciertas ministras de cuota? Pues también lo es un catedrático de universidad en un gobierno de indocumentados.
2. Existe un búnker pedagógico, una guardia pretoriana, que lleva tiempo torpedeando cualquier atisbo de cambio de un sistema educativo público que quieren blindar a toda costa, aunque luego no sea el tipo de centro al que lleven a sus hijos.
3. Es patente el aumento del poder de los consejeros autonómicos del ramo, cuya capacidad de voto y veto es considerable, dada la anuencia del presidente. Los consejeros de Educación son los ministros paralelos en esta España confederal, en especial los de Cataluña, Aragón. Sin olvidar a los presentes y pasados de la Junta de Andalucía, que han sido el brazo tonto de la LOGSE. Todos han desafiado a un ministro que se ha desinflado como un buñuelo de viento.
4. La educación pública en sí no le interesa ni al actual gobierno ni a la clase dirigente. Es sólo un instrumento de PROPAGANDA inane. Absurdo y falso. Buena parte de los votantes leales y de los que se quiere conquistar ya no lleva a sus hijos a escuelas públicas. Sin embargo, hay que evitar una alternativa en educación para que no se pueda deshacer la ficción de que la enseñanza es la gran prioridad y el gran patrimonio de la izquierda.

lunes, 17 de mayo de 2010

RELATIVISMO Y DOGMATISMO EN EDUCACIÓN

He leído con placer este magnifico artículo de Raus. Impecable el análisis de cómo ocupan el poder los más mediocres con justificaciones ideológicas poco sólidas. Cómo extienden su dominación.

Al fin y al cabo, al poder no le interesan ni los principios de mérito y capacidad ni la selección de los mejores, porque esa lógica fomenta el éxito individual y sobre todo la autonomía de la persona. Y el poder prefiere ciudadanos que dependan de él hasta para respirar; ser como el señor feudal medieval al que hay que volver para hincarse de hinojos. El poder sueña con que los ciudadanos se dividan entre borregos y creyentes enfervorizados, o untados, si su precio es barato. Al poder le interesa una grey acrítica, expectante de la prebenda para mantener una jerarquía piramidal basada en el vasallaje, pese a que el feudalismo terminara tiempo ha. De hecho, en el caso de la enseñanza, quienes más han movido y alentado desde dentro todas las reformas han sido los que han buscado y encontrado en la política y el sindicalismo la vía más aviesa y transversal para el ascenso. La nota que no sacaron en su expediente, o en su oposición, el artículo científico que no escribieron o el título académico que había que obtener trabajando los sustituyeron muchos de los que querían hacer carrera mediante atajos por su destreza para reptar o trepar con habilidad.

Promocionarse mediante la adhesión a la pedagogía oficial ha generado réditos evidentes entre algunos que han llegado a inspectores, asesores y hasta profesores de universidad. No se trata de una legítima ambición basada en competir, ser competente y competitivo, y en el placer por la obra bien hecha, por una superación personal, es la vía intelectual y moralmente más barata de lograr un estatus que no hubieran conseguido si de verdad existieran en el mundo educativo español (y no sólo educativo) esos principios constitucionales de mérito y capacidad, hoy sólo retórica un tanto hueca y hasta un sarcasmo cínico frente a los criterios reales con los que se seleccionan las élites políticas, escasamente dignas de tal nombre.

El espíritu de la LOGSE extendió esa negación del mérito no sólo entre los alumnos, lo que desincentiva a los que quieren estudiar, que no se ven respaldados por los gerifaltes, quienes, en su perversa estupidez, lo han llegado a entender como desigualitario y discriminatorio.

Es que también la amplió a los profesores, con la degradación de la siempre imperfecta carrera docente. Sólo que se haya valorado más en muchos concursos de “méritos” un cursillo de catequesis pedagógica que una tesis doctoral o unas publicaciones serias es ya un síntoma muy evidente de que la Administración no quiere a profesores verdaderamente formados, sino que quiere adictos (Sumisión y obediencia + pancismo, que dirían dos articulistas del blog).

Se habla en el artículo de la nula formación filosófica de los psicólogos. Honestamente, desconozco este asunto. Pero tengo que decir que los que estudiamos Filología hace ya algunos trienios tampoco teníamos ninguna asignatura de Filosofía en nuestro plan de estudios. Sólo una Lógica para lingüistas en 1º. Y nada más. Luego, lecturas de filosofía del lenguaje más bien autodidactas. La superespecialización desde muy pronto mutila una verdadera formación humanística, fenómeno que afecta a muchas carreras. A este empobrecedor hecho han contribuido los corporativismos y los intereses gremiales, que han dominado la universidad española desde hace demasiado tiempo.

Sin embargo, sí hay una diferencia con los psicólogos que promovieron la LOGSE, los de la banda de los reformadores oficiales. Ellos despreciaban la filosofía, o tenían algún resentimiento contra ella. ¿Por qué? La inquina de Marchesi y parte de su tropa contra la filosofía rayaba en la patología y en la irracionalidad más visceral. Otros lamentamos nuestras carencias o lagunas formativas y no nos jactamos de ellas. Al contrario, defendemos que no se estreche el horizonte desde muy jóvenes: postulamos que haya un bachillerato más generalista (y más largo que esta birria que tenemos) y unas carreras humanísticas y científicas con un tronco común de mayor solidez para dar una formación más amplia al estudiante. Le beneficiaría, sería más versátil, más enriquecedora. Que se especializara después. Sé que desgraciadamente los tiros no van por ahí.

Justamente por esa formación filosófica coja que algunos sobrevellevamos no estoy seguro de la relación entre positivismo, relativismo, posmodernidad y el actual estado de cosas de la educación. El positivismo fue la base del estructuralismo lingüístico, cuyas aportaciones a la investigación de la lengua fueron muy notables, aunque su dogmatización y su cerrazón a ampliar el campo de estudio de la lingüística lo dejaran en una vía muerta. Y su aplicación a la enseñanza idiomática estuvo lastrada por un exceso de teoricismo y de desprecio, erróneo, de la tradición educativa de la retórica y de la gramática normativa. El estructuralismo en lingüística, un hijo del positivismo, no está totalmente superado en todos sus presupuestos y resultados, pese a que la ciencia del lenguaje sí ha sobrepasado el estrecho corsé que éste definía para delimitar los hechos de lengua.

De la posmodernidad decía Vázquez Montalbán que eran chucherías del espíritu. Algunos logros estéticos parece que sí ha tenido. Elevada al dogma de la indeterminación moral y epistémica absoluta –que sería una contradicción semántica- sí nos ha proporcionado efectos nocivos en la vida educativa, donde ha sido un apoyo esencial de los destructores de la enseñanza (así los llama con acierto Javier Orrico).

Tengo algunas preguntas para usted

Creo entender más o menos lo que es el relativismo. Aunque no sé si del todo. ¿El relativismo moral lleva al todo vale? ¿Niega toda axiología?

Yo lo que no entiendo entonces es por qué los dogmas pedagógicos son verdades absolutas, innegociables. Los padagogos y asimilados no aceptan un debate democrático: usan eslóganes y descalifican, llegan a vilipendiar y marginar al discrepante. Al menos en España su autoritarismo e intransigencia los asemejan a la Inquisición, a Stalin o a una secta (así reza el libro de Mercedes Ruiz, La secta pedagógica) ¿Eso es relativismo?

Tampoco entiendo que la clase dirigente –caracterizada por su ligereza de cascos en la moral pública, por no hablar de corrupción endémica, su escaso apego a la verdad y su cinismo lacerante- hable luego de “educación en valores”, elevando tal paparrucha a la categoría de lo sacrosanto. No me cuadra. ¿Valores morales dentro del relativismo?

Y, sin embargo, los temas trasnvsersales del currículo presentes en todo eran un signo de identidad de la LOGSE. La educación en valores era una de las mercancías que nos vendían estos pollos como la expresión de que la escuela estaba trabajando por y para la sociedad. Es verdad que ahora hablan más de competencias que de temas transversales. Pero, ¿qué valor tienen las palabras en manos de unos trileros de la propaganda?

Traigo a colación un interesante artículo de José Penalva , curiosamente, profesor de Historia de la Educación en la Universidad de Murcia, sobre nacionalismos, pacto escolar y relativismo. Como sé que a algunos lectores y autores de este blog les interesa este asunto del relativismo, lo inserto para su posible lectura. Que conste que no comparto su análisis de la cocina del pacto educativo, pero es un texto sugerente y creo que coincide bastante con las posiciones de muchos deseducativos sobre la relación entre relativismo y educación.

Por otro lado, siempre he pensado que el demócrata tendría que tener algo de flexibilidad y no dogmatismo, un cierto relativismo intelectual, valga la expresión, tolerancia y apertura mental. Lo cual no es sinónimo de carecer de principios y aceptar una anomia superlativa, sino que equivale a no creerse en posesión de la verdad absoluta. Y pensar además que la verdad absoluta ni existe ni la tiene nadie. Que cada persona individualmente a lo sumo puede tener percepciones más o menos parcialmente acertadas de la realidad, condicionadas por su perspectiva y por sus circunstancias.

En cuanto al relativismo moral, si lo he entendido bien, sí lo veo muy peligroso en sus versiones más extremas.

Quizá las ideologías en las que se han inspirado nuestros próceres son las que se señalan en este artículo de Raus y en otros que inciden en una línea similar. No lo sé. Habrá que seguir leyendo.

Sinceramente, desconozco en profundidad cuál es la etiología del mal educativo, en sus raíces más sociológicas, éticas y filosóficas. Aunque identifico claramente sus síntomas y no hace falta tener dotes especiales para ver el diagnóstico. Sólo los que se obcecan y los que se niegan no lo ven.

Pero a lo mejor algunos hablan en prosa sin saberlo. Me refiero a los que han ido a la catequesis didáctica y se han aprendido las primeras lecciones del manual del buen profe enrollado y actualizado. Esos no creo que sepan qué es positivismo, emprismo, posmodernidad, aunque puedan estar manipulados por superiores jerárquicos que sí partan de esos principios.

Tengo que decir que si conocía la fe del carbonero en el utilitarismo que tiene la pedagogía anglosajona. Interpretada en plan hooligan, con la sensibilidad de un zopenco brutal, puede llevarnos a cuestionarnos todo lo que se hace en la escuela.

- Veamos, ¿para qué sirve la gramática? ¿Y la ortografía? ¿Y hacer ecuaciones o polinomios? ¿Y leer a Cervantes? ¿Educan para la vida?

El utilitarismo así a lo bestia aboca a la necedad y a la desvalorización de la sensibilidad, de la sutileza y de los conocimientos cuya aplicación práctica no es inmediata. Un cocinero puede aprender a manejar una nueva heladera en una tarde. Y a partir del día siguiente ya la puede usar. Lo mismo puede suceder con un empleado de banca que recibe un cursillo sobre el último programa de ordenador.

Lo que sucede es que no se puede confundir preparación con cultura.

Porque el conocimiento humanístico, científico y artístico no funciona así. Es un sedimento cuyos frutos se van recogiendo a lo largo del tiempo. La pregunta incisiva, muy del mundo educativo anglosajón, con perdón: ¿Para qué sirve el latín? Hombre, no vas a entrar de director ejecutivo en Coca-Cola al día siguiente de haberte aprendido las conjugaciones y empezado a traducir a Julio César. Pero el desarrollo de tus capacidades verbales, la práctica de la lógica del lenguaje y la posibilidad de entender el vocabulario culto del inglés, lleno de latinismos es la inversión a largo plazo. El utilitarismo tiene que desembocar siempre en una axiología y en una teleología.

Lo útil no se define sin más de forma intransitiva. Lo útil es útil para algo. Y ese algo es el fin que se persigue. Si uno lo único que quiere en su vida es ganar unas pelillas, esperar al fin de semana. Fiesta. Botellón. Marcha. Moto. Intoxicación etílica, entonces, posiblemente casi nada de lo que se ha estudiado sirva para nada.

La distinción entre saberes útiles e inútiles siempre me ha planteado preguntas para las que no tengo respuesta inmediata.

Lo que sí puedo decir es que la programación, las competencias básicas, la taxonomía de objetivos de Bloom, la adaptación curricular y los contenidos actitudinales en la atención a la diversidad me parecen conocimientos inútiles, antiestéticos y contaminantes. No sirven para nada. Rectifico. Son nocivos y corrosivos. Son conocimientos superfluos sin los que un profesor puede vivir sin despeinarse.

Bueno, me he enrollado más de la cuenta. Pero sí rogaría una respuesta a las preguntas que están subrayadas.

COMPETENCIAS DEL CURRÍCUILO




Una de las “novedades” de la LOE es el currículum por competencias Hay que estar
innovando siempre, faltaría más. Por supuesto que a los defensores del tinglado educativo no les interesa una evaluación honrada del sistema en su conjunto porque sólo los más fanáticos creen en sus resultados. Los resultados de años de escolarización los comprobamos continuamente. Como decía Ricardo Moreno Castillo, autor del panfleto antipedagógico, no hacía falta el informe PISA para saber que la educación iba muy mal en España. Los profesionales lo ven todos los días: en el instituto, en la universidad…

Lo que pasa con la insufrible jerga pedagógica es algo parecido al lenguaje de la publicidad. Cada x años hay que cambiar la fraseología, las consignas y los eslóganes para que parezca que se introduce una novedad. Pero es la misma necia pedagogía de siempre. Ahora, sí, con más burocracia. Que contribuye a crear un mundo de ficción.

De esta forma, todo se rellena con las “competencias”. Las programaciones didácticas de las oposiciones para nuevos docentes, los programas del Máster de Profesorado de Enseñanza Secundaria y otros cuerpos, los cursos de formación. El currículo por competencias es una de las grandes aportaciones de la LOE. Que ya no estamos en la LOGSE, te dicen los inspectores y orientadores más fieles a las consignas. Pero lo cierto es que estamos en la nada. Porque, concretamente, en Lengua y en Literatura, que es lo que conozco más, no se ha hecho más que rebajar los conocimientos, reducir el número de horas, recortar las lecturas. Por lo que comentan los colegas más críticos (en su sentido actual y también en el etimológico) parece que es una tendencia general en otras áreas de conocimiento y en otras asignaturas.

Los expertos nos dirán que no hay que saber, sino saber hacer. Todo es un gran camelo. Todo es una parafernalia ficticia para ocultar una realidad que tú insinúas en tu artículo. Que tras los años que llevamos de renovación pedagógica los resultados han empeorado y mucho en conocimientos teóricos y prácticos, incluso en “destrezas” o en cualquiera de los parámetros racionales que midan el rendimiento académico. Los burócratas lo saben, pero no lo pueden reconocer porque viven del cuento.

domingo, 16 de mayo de 2010

LA CONDICIÓN DE FUNCIONARIO VITALICIO

La condición de funcionario es una conquista de la democracia liberal frente a las arbitrariedades del poder, que en la época de los cesantes tan magistralmente describe Galdós. El funcionario tiene un trabajo inamovible, seleccionado en virtud de los principios de mérito y capacidad precisamente para garantizar su no dependencia servil del gobierno de turno. Otra cosa es que algunas administraciones hayan hinchado el pesebre y ciertos puestos no se cubran siempre por lo que es una oposición libre, limpia y transparente. Sólo tras la guerra civil se depuró toda la administración pública con la intención de exterminar a los vencidos de cualquier puesto funcionarial. Pero hace ya décadas que han entrado, por ejemplo, en la función pública docente, profesores numerarios de todos los pelajes y de todas las procedencias. La función pública es la más objetiva, por ejemplo, la que menos discrimina a la mujer en comparación con el sector privado. Cierto es que no todos los cuerpos funcionariales tienen la misma transparencia. Pero ser funcionario es un valor que no se puede cuestionar así fácilmente. Imaginemos, como sugiere irónicamente David, que los servidores públicos hoy vitalicios fueran seleccionados y separados con los mismos criterios con los que se llevan a cabo los nombramientos de libre designación que dependen de los que mandan. Terroooooooooooor. Nooooooooooooo.

Que los profesores, médicos, técnicos y administrativos, entre otros, sean profesionales que trabajan para un servicio público no es ningún privilegio. No son en general sus condiciones de trabajo un chollo. Sí lo son, por el contrario, las prebendas que tienen muchos profesionales de la política, cuyo nivel moral, intelectual y cívico ha ido cayendo en los últimos años de forma alarmante. Si a alguien le encargaran un estudio sobre el chollo institucionalizado, la prebenda, la canonjía y el fondo de reptiles en las administraciones públicas, podría encontrar una inmensa relación de beneficiarios de auténticos momios. Y si lo extendemos a cajas de ahorro “públicas” veremos a profesionales del sindicalismo –sí que es un curioso puesto- en consejos de administración con desorbitados emolumentos y envidiables sinecuras.

Un representante democrático es elegido cada cuatro años justamente para que luego pueda dar cuenta a los electores de lo que ha hecho. El sistema de las listas cerradas -en las elecciones políitcas y sindicales- es una de las formas de blindaje y opacidad que impiden que la ciudadanía pueda intervenir en los asuntos públicos. La selección de los políticos no es transparente ni tampoco es directamente democrática para aquellos a los que nos van a representar. Hablan en nuestro nombre. Nos joden, con perdón, en nuestro nombre.

Los políticos que han sido elegidos no quieren hacer ningún tipo de contrato social con los ciudadanos. Márketing, propaganda electoral. Y luego te llaman para que hagas bulto en las manifestaciones que a ellos les interesan. Sólo quieren permanecer. En el día a día el ciudadano no pinta nada. Ahora mismo, muchos en privado te manifestarán su disconformidad con el decretazo/tijeretazo, pero como responden ante los aparatos, dirán amén cuando se trate de convalidar la norma que sienta el peor precedente de recortes de derechos sociales desde la aprobación de la Constitución. Por ese motivo y por otros muchos esta clase dirigente, estos representantes, no nos sirve, aunque individualmente no todos sean igual de corruptos, incompetentes o inmorales. !Qué más da! Todos forman parte del mismo sistema.

Los inspectores sí son inamovibles. Pero no nos engañemos. En primer lugar, el acceso a la inspección hace tiempo que es una cooptación realizada entre profesores que están en la onda de la administración de turno. No interesa su nivel, sino su docilidad. En general, es uno de los muchos escapes para profesores quemados. Y luego hacen lo que les mandan. Son meros brazos ejecutores de decisiones tomadas desde arriba. Tal como funciona ahora, una institución prescindible. Hay sistemas educativos donde no existen y no pasa nada.

Los pedagogos están en todas partes. Unos son funcionarios, otros, no. Lo que hay que plantearse, en la línea que defendía el Manifiesto de Maestros y Profesores, es un cambio de función para los que están en los centros. Que trabajen al servicio de los alumnos; que no sean comisarios pedagógicos de las reformas educativas degradadoras. Que cambien el chip y se desintoxiquen del veneno que les dan en sus catequesis.

Por otro lado, el problema no es que los profesores estén acomodados por ser funcionarios. Toda la sociedad lo está también sin serlo. El conformismo y la mediocridad están instalados en el conjunto del cuerpo social. Incluso a veces hay miedo a decir lo que se piensa. Absurdo. Restos del franquismo sociológico. Con todo eso cuenta el poder.

Y justamente está en nuestras manos evitar que esto suceda y se siga consolidando, lánguida y tristemente, pero hasta ahora sin una alternativa. Porque no pasa nada por oponerse al statu quo, a menos que alguien tenga una ambición pesebrista inmediata, pues entonces sí lo excluyen. Todo el establishment tiene un inmenso poder porque la base social ha permanecido pasiva, porque no hemos hecho todo lo que podíamos hacer. El derrotismo, la autocompasión y el pasotismo han sido comunes entre nosotros, Cuando se ha tratado de fugas y complicidades. Y la contestación, poco articulada. Ojalá esta afirmación la tuviera que desmentir. Pero son tigres de papel. Duran en sus posiciones dominantes lo que nosotros queramos que duren. ¿Lo sabe todo el mundo?

DEFORMACIÓN DEL PROFESORADO

El artículo que escribe Borja Lucena da en el clavo al referirse a una batalla incluida en lo que es la estrategia pedagógica de alcanzar el poder absoluto: devaluar –e incluso anular- al profesor especialista y desvalorizar el conocimiento que éste pueda tener de su campo, de su asignatura o área de conocimiento.

A la escuela los niños no deben ir a recibir saberes que les transmite un maestro, sino a construir con sus propios medios un conocimiento a su medida, en el que el profesor es un mediador, que dentro del entorno sí le transmite valores, le enseña a jugar, debe motivarlo, incluirlo en una escuela comprensiva, colaborando estrechamente con padres, madres o acompañantes.

(Este párrafo no está sacado de un relato de terror ni de la antología del disparate, ni es una caricatura, es un resumen de lo que quieren hacer con la escuela los gerifaltes de la pedagogía oligofrénica que tiene en sus terminales militantes adoctrinados dispuestos a dar la batalla ante un profesorado poco combativo, por sacar del baúl de los recuerdos un adjetivo muy mitinero de tiempos pretéritos cuyas imágenes ya han amarilleado en exceso).

En otra ocasión tendremos que hablar en DESEDUCATIVOS de cómo el Máster de Formación del Profesorado y las normas de acceso a la función pública docente relacionadas con él, ya en vigor desde 2009, consideran como imprescindibles la psicología educativa, la sociología de la educación y la pedagogía y cómo la formación estrictamente basada en la materia que cada profesor enseña se entiende como una maría. Y de quiénes pueden ser aspirantes a profesores y quiénes no. Que ya se aplica en 2010. La lectura del BOE sobre la materia es para temblar. De consolidarse ese modelo, las consecuencias pueden ser muy peligrosas, pues una de las características de la pedagogía imperante es su carácter destructivo. Han destruido o casi especialidades del antiguo bachillerato, categorías profesionales, tradiciones académicas, etc.. Destruir ahora la figura del profesor especialista en Secundaria y Bachillerato es convertir el contenido de toda la enseñanza en una pura labor social, de entretenimiento y guardería. La nada.

Lo que el sistema quiere es profesores adoctrinados en las supercherías pedagógicas y que se sientan antes educadores que transmisores de un área del saber. Es un órdago a la grande para convertir al docente en un chiquilicuatre de los pseudoexpertos, tan nefastos y todo lo que queramos, pero tan influyentes en las decisiones que las administraciones adoptan sobre asuntos educativos clave y vitales para el hoy el mañana de la escuela. Hasta ahora un verdadero especialista en cualquier área del saber despreciaba al pedagogo o asimilado porque en general este último, pese a sus tretas y artimañas, no resiste un debate: qué te va a decir sobre cómo enseñar lengua, inglés o dibujo. Otra cosa es que se les oponga resistencia o no, pero los orientanadas no resisten un debate en serio sobre la enseñanza; tienen que salirse por la tangente y hablar de sus mamarrachadas. Si los profesores del futuro no se sienten profesores de filosofía, de música, de matemáticas, por encima de una labor de educador (que también tienen que llevar a cabo, pero de forma distinta de la que establecen las doctrinas subyacentes a la LOGSE), pensarán que una de las labores menos importantes que deben hacer en clase es enseñar su especialidad. El asunto es muy grave y tiene carga de profundidad. Habrá que estar atentos.

viernes, 14 de mayo de 2010

LOS FUNCIONARIOS NO SOMOS EL ENEMIGO PÚBLICO

Hace ya meses que muchos opinólogos, expertos, tertulianos y otros especímenes que incendian las ondas e intoxican al personal vienen cargando contra los funcionarios como chivo expiatorio de muchos de los males económicos y no económicos de la patria.

Se extiende este veneno al hablar de vacaciones docentes, posibilidad de despidos de los empleados públicos y ahora, el recorte injusto del sueldo a mitad del año. El linchamiento no para. Y hay quien puede utilizarlo para dividir a los asalariados.

En una muestra de insolidaridad infame, los sindicatos subvencionados y pagados por quienes atropellan a los servidores públicos y que se autodenominan de clase no convocan una huelga general. Para no dejar en solitario a la CSIF, central que va a movilizar a sus afiliados, que son funcionarios. Sólo una huelguilla sectorial, para salvar la cara, la caradura que tienen. Pero sin crear problemas al que les paga y financia, con dinero que a lo mejor también habría que recortar para paliar el déficit. Un poco como para decir que el tijeretazo sólo afecta a unos cuantos. Este recorte de salarios no es una causa general. Se les ve demasiado el plumero. ¿Cómo van a defender a los empleados públicos unos representantes financiados por el patrón? Si es que el modelo es una guasa, directamente heredado del sindicato vertical de tiempos de Su Excelencia, en el que se “infiltró” en su día CCOO, hasta que se terminó impregnando del espíritu joseantoniano nacional-sindicalista. Y luego, todas las demás centrales sindicales, han repetido clónicamente el mismo esquema. Como la hamburguesa del McDonald´s nos lleva al Burger King o a Wendy´s. Da igual.

Los sindicatos sí convocaron una huelga general contra el gobierno de José María Aznar cuando éste dictó un decretazo antisocial y todo lo que ustedes quieran. Pero mucho más leve que las brutales medidas anunciadas por ese gran referente del la sensibilidad social que es Zapatero. El primer presidente de izquierdas que ha habido en la democracia, según el cantautor Labordeta. Que se podría ir con la guitarra y la mochila a contar milongas lejos, muy lejos de aquí. ¿Es este el izquierdismo privativo y diferenciador del líder del gobierno paritario y adalid de la España plural? El “bluff” empieza a desmoronarse.

Los sindicatos, perdón, las centrales sindicales de clase, estaban calladitos y tan contentos con Javier Arenas, en el primer gobierno del PP. Porque el astuto, lince y profesional político sevillano, aprendiz de las técnicas del Conde de Romanones y de Lerroux, por no citar a algunos paisanos suyos de otro color político de los que ha aprendido el sagaz ministro de Trabajo de entonces, sabía que las cosas tienen un precio. Y que si se paga, pues no hay problema. No hay ningún problema. Y les subió la asignación.

Ahora, cuando los empleados públicos deben pagar lo que otros han creado, Leire Pajín intenta convencer a la ciudadanía de que son esos privilegiados por no temer el paro quienes deben arrimar el hombro, o sea, joderse. Son los paganos de tantas y tan abultadas facturas que la clase política nos ha dejado. Y por decreto. Y sin derecho ni a rechistar.

La agresión antisocial contra los funcionarios es una indignidad que viene apoyando parte de la prensa, de todos los colores. Aunque hay algunas excepciones.

Las cartas al director de EL PAÍS de hoy demuestran que no todo es borreguismo y asentimiento sumiso ni aceptación de la demagogia.
Por lo menos transmitamos a la sociedad que todo el discurso antifuncionario es injusto y es una infame agresión contra unos trabajadores que no tienen derecho a la negociación colectiva.
Porque el gobierno va a buscar la complicidad de la sociedad para dividir a los asalariados y así poder justificar la salida más fácil, más barata e inicua de cuantas tenía en su mano para atajar la crisis.

CARTA AL EDITOR DE DESEDUCATIVOS, UN BLOG REBELDE, UNA INICIATIVA QUE, POR FIN, QUIERE DESTRUIR EL SISTEMA EDUCATIVO BASURA QUE SUFRIMOS

A David López Sandoval

Querido David:

Ante la situación creada por las agresivas medidas antisociales anunciadas por el presidente Zapatero contra los servidores públicos, es lógico que anheles que DESEDUCATIVOS sea una tribuna y una plataforma para la acción, acción contundente e inmediata, más que para la reflexión, el intercambio de experiencias, el desahogo o el intento de combatir el orden establecido a través de la palabra, el humor o la erudición. Pese a ello, no podemos menospreciar el valor de mostrar a los colegas y a los destinatarios de la educación que sí puede haber un modelo alternativo a la mierda actual. No merece otro nombre.
Pero una vez que se nos haya pasado el cabreo, el susto o la impresión de este nuevo atropello, es necesario hacer un análisis sosegado y lúcido para ser prácticos y lograr algún resultado tangible.
Por supuesto que el cambio educativo es inviable sin un cambio de sistema y de estructura. Pero el cambio de sistema es también impracticable si la sociedad civil carece de herramientas para emerger, para empezar a ser algo más que una sombra silenciosa de nulo efecto en el tablero político. Una muestra de esa sociedad civil formada por hombres libres sin los fines espurios de ciertas estructuras es DESEDUCATIVOS.
En primer lugar, creo que hay que hacer todo lo posible para que DESEDUCATIVOS crezca, en personas a las que llega y en presencia en la sociedad como un referente y como difusor de un pensamiento alternativo a las consignas y eslóganes del aparato.
Cuando termine el agitado curso, cogeré mis agendas y trataré de hacer apostolado seglar para difundir la buena nueva. Además, pienso que debería haber algún tipo de presentación en sociedad, un lanzamiento a los medios, ir más allá de Internet, donde, sin duda, es nuestro deber y nuestro placer seguir dando la matraca.
El mérito que tenéis los que habéis puesto en marcha esta magnífica iniciativa es extraordinario. El hecho de que haya profesores jóvenes entre los que se ponen en frente del statu quo educativo es una inyección de optimismo en medio del panorama sombrío que nos rodea; me dio un subidón que no veas. Pues yo mismo, pese a que me pongo todos los años la vacuna antipedagogista, también estoy contaminado por la nauseabunda propaganda de los intelectuales orgánicos, y pensaba que los docentes jovencillos eran sólo hedonistas y pasotas o ya estaban abducidos por las didácticas necias y habían asumido el nuevo rol del profesor. Nunca dejaremos de agradecer y reconocer que hayáis tenido esta idea, no ocurrencia, sino genial idea. Que debe ser el germen de un movimiento de esa sociedad civil que tiene que emerger y salir del conformismo, el derrotismo o la autocompasión, verdaderos males que el poder busca para anularnos. Vimos que el MANIFIESTO DE MAESTROS Y PROFESORES lo firmó, lo firmamos, un número reducido de personas, pero ya hay un punto de partida y no hay que rendirse. El otro Manifiesto, el de Ricardo Moreno Castillo, acertado, pero más limitado en su ámbito y en sus propuestas, lo firmó, lo firmamos, más docentes y profesionales. Porque su autor tiene más nombre, merecida reputación por haber tenido el valor y la valía de poner negro sobre blanco reflexiones educativas que rebaten con acierto la ficción oficial. La marca hay que extenderla en el mercado, consolidarla, eso sí, sin convertirla nunca en un sucedáneo, como son otras organizaciones que venden un producto que nada tiene que ver con lo que dice en el prospecto.
Sin embargo, la pregunta clave es ¿CÓMO ORGANIZAR Y GESTIONAR EL DESCONTENTO?
Afortunadamente o por desgracia, no lo sé, algunos tenemos detrás una cierta experiencia sindical y política. Y conocemos por dentro las cloacas. Esa experiencia individual y colectiva tiene que servir para no cometer los errores del pasado. Lo que creo que sí sé es cómo no se debe canalizar el malestar. LO QUE NO SE DEBE HACER ES DELEGAR EN LA CASTA PARASITARIA PARA QUE ELLOS SE LUCREN EN NUESTRO NOMBRE Y TERMINEN APUNTALANDO EL ESTABLISHMENT, DEL QUE NO SON MÁS QUE UNA TERMINAL.
Me refiero a que la fuerza de los profesores, de las personas que pagan sus impuestos y son súbditos o convidados de piedra en esta democracia de baja calidad, deteriorada y corrompida que sufrimos, esa fuerza no sea luego utilizada contra nosotros mismos o se diluya sin cristalizar en una realidad concreta, evitando que pueda influir para cambiar la realidad.
Cualquier acción debe redundar en contribuir a destruir el statu quo, poco a poco, ojalá fuera de golpe. Pero nada de reforzar los muros del edificio gangrenado por las termitas que lo corroen. Hay que dinamitar el sistema educativo, el prestigio inmerecido de los pseudoexpertos y los medios que aoyan el inmovilismo, la legitimidad presunta de unos representantes que son cómplices de los atropellos del poder y que sólo aprietan el botón que les dice el jefe para seguir en las listas, para seguir succionando.
Uno de los muchos aciertos de DESEDUCATIVOS es esa estructura horizontal, que tú comparabas con Al Qaeda, una estructura difusa. Que la hace menos vulnerable. No es fácil el anatema del que hablaba antes. ¿A quién insultas, descalificas y tratas de demonizar? ¿A quién compras para que se lleve el movimiento ciudadano a las alcantarullas del poder y lo termines tirando por el desagüe? Es el tipo de organización que necesita una sociedad civil indefensa ante el abuso continuo del poder. Los demás modelos organizativos o son integrados (léase, comprados; es decir, neutralizados) o son destruidos, anatemizados y linchados. Insisto: DESEDUCATIVOS tiene que crecer, tiene que hacerse oír mucho más. En el mundo de la educación, el otro día lo comentaba con Antonio, el autor de Desde la caverna de Platón, delante de un Ribera del Duero, no he visto nada igual en los últimos años.
¿Por qué ese tipo de organización que estáis llevando a la práctica en DESEDUCATIVOS es una buena idea? Trataré de explicarme. Yo no creo, en eso discrepo de tus análisis de fondo, que la democracia esté viciada ab origine, desde la muerte del caudillo, la transición y la Constitución de 1978, sino que pienso, por el contrario, que se ha ido corrompiendo y degradando por el mal uso que de ella ha hecho la clase dirigente. Pero quizá esa diferencia de análisis no sea en este momento tan relevante a efectos prácticos. En el resultado estimo que sí estamos de acuerdo: el sistema educativo público es una estafa inservible, una basura infecta, y el modelo de representación de la ciudadanía es una farsa, en el que la clase dirigente ha ido montando un gigantesco aparato clientelar y 17 taifas que tenemos que pagar los asalariados y contribuyentes, que no somos tratados como verdaderos ciudadanos, sino como meros comparsas del monopolio de la política que reclaman para sí los profesionales.
Si creas una estructura con un pope y un comité ejecutivo y no hay controles ni contrapesos, vamos camino de la perdición una vez más. Y si ese chiringuito pasa a ser una organización con público y demás, tiene demanda, entonces ya tiene valor en términos sociológicos y, en consecuencia, políticos. Y puede empezar a tocar poder. Y entonces la corrupción aparece como un mal de alto riesgo si no se siguen al pie de la letra las prescripciones médicas para combatir esa enfermedad de tan fácil contagio.
Cada uno tiene sus obsesiones. Y a mí me ha desmoralizado mucho siempre la corrupción, entendida no sólo en su versión más escandalosa, espectacular y mediática de llevarse la pasta, de forrarse a lo bestia, que es, por supuesto, repugnante. Pero que no es la más dañina para la ética social de una democracia, siendo inaceptable y lacerante. Si no otra corrupción moralmente tan grave o peor que la anterior. Que es traicionar las ideas, traicionar a tus compañeros, pasarse de persona honestamente comprometida a un cínico sin escrúpulos, asumir que el sistema democrático que se legitima en nombre de tus representados es sólo un organigrama jerárquico y piramidal al servicio de los que se han aupado en el mando supremo, que ya sólo tienen la ambición de usufructuar el poder público. El sistema ha abducido a muchas personas que en su origen tenían buena fe y estaban movidos por bellas y altruistas ideas. Y los ha vampirizado. Es más, el sistema ha ido seleccionando a sus cuadros basándose como principal mérito en su capacidad de integrarse en ese siniestro juego de vasallajes y servidumbres personales. Hasta montar una cadena cada vez más blindada, cada vez más alejada de unas ideas que ya son sólo frases vacías y eslóganes artificiales en cuyo significado no creen los que las pronuncian. Y, por supuesto, cada vez más alejados de unos ciudadanos a los que teóricamente representan y que son, en la práctica, como una casta inferior a la que sólo tratan de vender su mercancía averiada cuando les interesan como clientes que pueden votarles en unas elecciones. Como he conocido a tantas personas a las que la cultura del aparato ha pervertido y ha maleado, les ha contagiado una amoralidad perniciosa y los ha anulado como personas en su capacidad de expresarse, de pensar y de ser libres, tengo mucho miedo cada vez que se inicia una andadura de cualquier aventura política o sindical. O de cualquier movida que vaya más allá de una expresión coyuntural de hastío, de indignación de un rebote momentáneo.
No es que crea que el hombre es bueno por naturaleza y el sistema lo pervierte. Además no tengo ni puñetera idea de la etiología del mal, no es mi campo. Parte de culpa tienen los que se dejan corromper. A lo mejor no eran tan buenos como yo pensaba. Pero lo que sí es seguro es que si no les hubieran dado a probar la manzana envenenada, ahora no estarían sirviendo a una estructura que tritura y expolia a los que hemos sido sus compañeros y amigos.
Entiendo que el cuerpo te pida mucho más ir a la barricada con la lata de gasolina que participar en unos juegos florales con una sátira o un artículo de fondo. Tienes razón cuando dices que este es el momento de pasar a la acción.
Tú haces un llamamiento a la rebelión. Falta hace. Pero, aunque sea un topicazo nada original lo que voy a decir, es una realidad constatada que las revoluciones las encienden los idealistas pero las gestionan con demasiada frecuencia personas indeseables. Demasiadas veces los efectos destructivos y por ende, constructivos, que las revueltas engendran, son utilizados por personas indeseables para hacerse con el poder. Y frente al vacío, crear una nueva tiranía. O llevar a un nuevo orden todavía más injusto que el aneterior.
¿Por qué digo esto? Porque si ahora, el profesorado, el funcionariado, la ciudadanía, muestra algo de rebelión, o estalla en rebeldía frente al despotismo antisocial de un gobierno que se dice de izquierdas y que disparata en nombre de lemas y frases que son una impostura indecente y una mentira pestilente, esa contestación al final alguien la liderará, alguien la encauzará, alguien la representará. El pueblo, la ciudadanía, la base, la gente, la peña, la basca, el personal, seremos reina por un día. Igual que esos días del libro, de la madre, del SIDA, de las efemérides diversas, que tú tanto detestas, y que, pasada la efímera noticia, mueren en su inane propósito, porque son una representación de la fanfarria y el vacío. Y, me temo, alguien intentará rentabilizar la rebelión, si la hay, si no pasa de la expresión momentánea de un monumental rebote colectivo, pero sin recorrido, como se dice en la jerga de los políticos profesionales. Y si ese alguien, individual o colectivo, con su nombre y apellidos, sus adjetivos, su imagen, su logotipo, su avatar o su bandera, es desleal con los rebeldes que le han llevado a esa posición, pues tenemos la repetición de la jugada. Volvemos a ver esa película que los más veteranos ya han visto muchas veces.
Ese es el temor de los perros viejos. Que nuestros representantes oficiales, que son parte del sistema, del pesebre y del clientelismo, cómplices y beneficiarios del poder, más herederos del verticalismo franquista que de una tradición verdaderamente democrática, vuelvan a lucrarse con el esfuerzo económico de una huelga.
Sé que no te resuelvo nada, porque apunto más a lo que creo que no hay que hacer que a lo que puede ser el camino.
Lo único que sí quiero manifestarte como cierre de esta carta es que el llamamiento que haces a la rebelión de la ciudadanía y al despertar de las conciencias ante la farsa que vivimos merece todo mi apoyo y en la modesta fuerza de mis posibilidades cuenta conmigo. Es obvio que algunos habéis marcado un camino que era necesario ante el páramo en el que se ha convertido nuestro sistema de instrucción pública, producto de un sistema político democrático sólo en su apariencia y corroído en toda su estructura profunda.

miércoles, 12 de mayo de 2010

APRETARSE EL CINTURÓN



Tijeretazo

El presidente ha sido por fin sensible a las demandas de los tertulianos más situados en el espectro anti-servicios públicos y está dispuesto a entregar la cabeza del Bautista funcionario como chivo expiatorio para ver si en Europa y en Wall Street los mercados se tranquilizan y aumenta el crédito de un político que por fin sabe actuar en tiempos de crisis como Dios manda. Y se quita la imagen de míster Chance o míster Bean para mostrarnos a un gobernante que asume sus responsabilidades. Olé tus huevos, José Luis. ¡A ver si así aumenta su credibilidad internacional! Los funcionarios, esa plaga de infectos parásitos… ¿Saben los vociferantes y peripatéticos tertulianos y quienes se han visto abducidos por ellos que la mayoría de los funcionarios percibe un salario humilde? ¿O es que alguien cree que el personal sanitario y docente o los auxiliares administrativos son unos privilegiados que disfrutan de sueldazos y sinecuras de por vida por no dar un palo al agua? ¿Por qué se han dejado atrapar por esa injusta y abyecta demagogia?
Lejos quedan los tiempos en los que hablar de crisis era antipatriota, ser pesimista en lo económico era reaccionario. Y también se observa con cierta sorna que, en comparación con otros países, “España es lo mejor”, que ya lo dijo Manolo Escobar en su día. Ahora, sin embargo, el Nuevo Testamento cambia la doctrina y hay que olvidarse de las máximas y de los apotegmas de antes de ayer. ¡Qué pronto caducan las consignas de algunos líderes políticos! ¡Duran menos que un yogur del DIA!
Tras insuflar fondos públicos a los banqueros, no habérselos rebajado a las escuelas de la iglesia, concertadas sin cumplir las contrapartidas sociales exigibles, y haberse metido alegremente en el berenjenal del “financiament” exigido por los insolidarios y derrochadores clientelares de los nacionalistas de todo tipo, ahora resulta que de la noche a la mañana se ha decidido recortar el sueldo a los empleados públicos, así, mediante un decretazo al estilo de su predecesor José Mari. Sin negociación colectiva. Sin mediar palabra. Cargándose lo que decidió el propio Congreso cuando aprobó la ley de Presupuestos de 2010. Con un par.
Si tiene que haber recortes en el gasto, hecho que parece inevitable, que no se lo hagan pagar a quienes menos culpa tienen de lo que está pasando. Y quienes se presentan como más vulnerables ante la que se viene encima. Que se rebaje el dispendio enloquecido de todo el despilfarro suntuario de la Administración y del Estado de las Autonomías. ¿Para qué hace falta tanto séquito si un presidente autonómico hace un viaje de propaganda? ¿Qué sentido tiene que haya 17 Consejos Escolares además del del Estado, con toda su parafernalia? Podríamos seguir ad infinitum: fundaciones, subvenciones, etc. Y poco antes de que llegue la sublime decisión de pasarnos a la austeridad a la voz de ya se llevaron a cabo los dos últimos derroches absurdos del año: la financiación de un pacto educativo que no ha salido adelante (1.500 millones de euros) y el servicio de traducción de las otras lenguas de España para el Senado. Que maldita falta que hace: la traducción y el Senado, que para lo que sirve también se podría suprimir. Por no hablar de los privilegios de los parlamentarios, altos cargos, etc.. Aunque no sirviese para aliviar sustancialmente la economía, la austeridad de la clase política sería un ejemplo para no irritar al personal.
De no hacerlo así, puede ahondarse la brecha entre representantes que viven muy bien y representados que tienen que sacrificarse por la patria por imperativo legal. Además de ser injusto, es perjudicial para la credibilidad del propio sistema democrático.
Urge que los políticos se aprieten el cinturón. Algunas de las noticias de gasto superfluo, sumadas a la corrupción y a los enriquecimientos no explicados, pueden incluso dañar el prestigio de las instituciones.
Y ya sabemos qué populismos sacan partido de ese tipo de descontento difuso. Por eso hace falta que la clase dirigente asuma que son ellos los primeros que tienen que dar un paso al frente en los sacrificios y en los cambios estructurales que reduzcan su clientela, más allá de alguna leve operación cosmética que no va a convencer a los que van a tener que sufrir unas medidas de austeridad que se han olvidado del Estado del Bienestar. Demasiado efímero e insustancial parece todo el discurso de nuestros gobernantes, escasa la voluntad de limitar la parte de la tarta que se zampan los que están alrededor del poder. Y es que para esta oligarquía partitocrática cada vez más desideologizada, a pesar de los eslóganes y de las frases altisonantes, la columna vertebral que sostiene el tinglado político y sindical es el clientelismo, la esperanza de pillar cacho en el presupuesto, mejor dicho, en los distintos presupuestos. Y ceder más reinos de taifas a quienes puedan tener influencias para pactar con el poder.
Es iluso pensar que la regeneración democrática la vayan a protagonizar quienes deberían ser regenerados al amanecer.

miércoles, 5 de mayo de 2010

LA SELECTIVIDAD Y LA COMPETENCIA PÚBLICA-PRIVADA

Los resultados de la selectividad de los institutos públicos y los colegios privados

Hay que tener en cuenta que en la actualidad, con todos sus defectos, las Pruebas de Acceso a la Universidad son uno de los pocos indicadores fiables del funcionamiento del sistema educativo y que, además se llevan a cabo en condiciones de igualdad y homogeneidad para todos los alumnos del mismo distrito universitario. Por otro lado, es obvio que mientras no se modifique el sistema de acceso a la enseñanza “superior”, la selectividad está entre las principales preocupaciones educativas de las familias españolas.

Una de las muestras de que los padres siguen con suma atención las noticias relativas a la selectividad la tenemos en un reportaje sobre las escuelas más competitivas. EL MUNDO (2007-2008) define los 100 mejores colegios de España. Uno de los parámetros para definir qué centros son mejores es, justamente, el de los resultados de la selectividad. Ninguno de los seleccionados es público. Es evidente, sin embargo, el sesgo del periódico, no caracterizado en general por la objetividad informativa, pues parece que descarta a priori un colegio que no sea de pago.

La verdad es que me encantaría que esa percepción que tienen muchos padres de que hoy es más rentable a efectos de selectividad estudiar en un colegio privado que en un instituto fuera falsa y la realidad de las cifras demostrara lo contrario. Para los que defendemos la necesidad de que haya una enseñanza gratuita, de calidad y prestigio, como servicio público esencial, sería una alegría. En una época en la que casi todas las noticias educativas son malas, tendríamos algo que celebrar. Sin embargo, el análisis de los datos arroja serios motivos de preocupación respecto de la deriva en la que ha entrado el bachillerato público en su función de preparación para la universidad, tarea claramente despreciada por los diseñadores del sistema educativo imperante.

Tuve la fortuna de que mis hijos estudiaran en el mismo instituto público al que fui yo en su día. En los años en los que cursaron el menguado bachillerato que les tocó en suerte, hace ahora siete que terminaron, los resultados de selectividad eran muy buenos en el diurno (y bajaban por culpa del nocturno, donde el nivel era más bajo). Cuando fui representante de los padres en el Consejo Escolar de ese instituto público madrileño (2001 y 2002) solicité reiteradamente –sin éxito- que se desglosaran en una estadística oficial los resultados de selectividad en las distintas modalidades (bachillerato general, internacional y nocturno). La petición nunca fue aceptada, con cierta lógica, pues, dada la tendencia de las autoridades a suprimir los bachilleratos nocturnos, poner de manifiesto que los resultados de las PAU en el Bachillerato Internacional eran excelentes y los del resto del bachillerato diurno bastante buenos, explicaba que los del nocturno no fueran publicables.

Como padre de alumno siempre he pensado que la enseñanza del bachillerato público era preferible por muchos motivos (profesorado seleccionado por oposición, más libertad de enseñanza, mayor pluralismo, una identidad propia procedente de una tradición liberal e ilustrada). Pero, tras la aplicación y extensión de la LOGSE, el deterioro dramático de una parte importante de institutos, al menos en Madrid, de los que puedo hablar con conocimiento de causa, ha arrastrado a muchos padres a cambiar de opción educativa.

Resulta lamentable constatar cómo el poder ha tolerado o fomentado el avance de la enseñanza media privada, permitiendo que muchos colegios inflaran impunemente las notas. Y que encima el expediente académico contara más (60%) que la prueba, lo que perjudica a los IES, que tradicionalmente no han modificado tramposamente las calificaciones al alza tanto como los colegios de pago. Esta sobrevaloración del expediente del bachillerato, frente a las PAU, iguales para todos, fue puesta en marcha en la época de Rajoy como ministro de Educación, en 1999. Pero curiosamente no ha sido manzana de la discordia ni caballo de batalla entre todo ese conjunto de fuerzas que expiden certificados de progresismo y que no dudan en movilizarse y ondear banderas a la primera de cambio. En EL PAÍS y en Comunidad Escolar podemos refrescarnos la memoria de la contribución del hoy líder de la oposición a que las PAU cuenten menos.

Defender que la pública pueda competir con la privada en igualdad de condiciones es una reivindicación que podrían haber esgrimido todas las organizaciones del búnker pedagógico que tan críticas han sido con otros aspectos de la gestión del PP en el MEC, como la reválida propuesta por Pilar del Castillo, a la que, en un exceso verbal más propio de la propaganda que del rigor, los más demagogos llegaron a calificar de franquista. El ministerio y sus mariachis han tenido mucho tiempo para modificar el porcentaje del expediente del bachillerato en la nota global de la selectividad, pero su inacción evidencia que no les interesa. ¿A qué centros lleva a sus hijos la clase dirigente? De hecho, uno de los elementos clave del statu quo es el pacto entre Marchesi y sus herederos y la FERE.

Mi propia experiencia como corrector de las pruebas de selectividad: 1995 (Comentario de Texto), 1996 y 1997 (Lengua) me mostró que en aquel entonces los resultados de algunos institutos de bachillerato se incluían entre los mejores del distrito único de Madrid. A medida que la LOGSE fue extendiéndose, sin embargo, esa tendencia se empezó a quebrar, como se puede comprobar con ciertos datos oficiales.

Sé que las estadísticas con las que cuento sobre el asunto que nos ocupa son parciales y no ofrecen una visión completa del panorama. Pero es que resulta muy difícil disponer de datos exhaustivos al respecto, porque las autoridades (al menos en Madrid) son partidarias de la opacidad. Ha sido sobre todo Magisterio Español el medio que más ha insistido en ese desglose de resultados de las PAU por centros privados y públicos. En la Comunidad de Madrid, en los años que yo he podido hacerme con los datos, la comparación era muy perjudicial para la enseñanza pública. Por supuesto que en la década de los 80 los mejores resultados de la selectividad se registraban en ciertos institutos públicos. Pero después vino el caballo de Atila de la gran reforma educativa.

Hasta donde yo sé, las estadísticas oficiales de las universidades, al menos las publicadas, nunca han diferenciado los resultados por centros en ningún informe público. A los correctores nos daban una información verbal al respecto, nunca una estadística comparativa por escrito. Vuelvo a insistir en que ha sido Magisterio Español y su versión digital, Magisnet, la que más hincapié ha hecho en esta comparación, que para las autoridades educativas es un asunto incómodo que no quieren incluir en su agenda.

Aquí van algunos datos que he encontrado, todos ellos, lo sé, parciales.

Resultados de la Comunidad Valenciana

Según diversos medios, que se remiten a Magisterio Español, la media de los resultados de los centros privados en la Comunidad Valenciana en 2009 fue más alta que en los públicos. En ABC y en Diario Crítico podemos seguir leyendo sobre la cuestión informaciones similares.

Resultados de selectividad según los datos de varias comunidades autónomas.

Se pueden consultar los diferentes cuadros publicados por Magisnet. En el estudio correspondiente a Madrid el dato es de 2003. Los 27 primeros centros por nota de la selectividad son todos colegios privados. Yo había leído en Magisterio Español un estudio de 1998, referido sólo a los centros de la Universidad Complutense, que era bastante demoledor para verificar el retroceso en selectividad de los públicos a favor de los privados.

Mi opinión es que sólo con este dato, cualquier administrador de un negocio que buscara la rentabilidad y la eficiencia, se cuestionaría muy seriamente el modelo que se había venido siguiendo hasta la fecha.

También es obvio que la fuerza del sector privado de la enseñanza no está distribuido territorialmente de forma homogénea (algo de eso insinúo en el artículo En el nombre del padre). El Estado de las Autonomías crea dispersión, desigualdades entre los docentes, aislamiento y disgregación de los profesionales.

Reitero mi petición y mi agradecimiento previo a todos los que puedan remitirme a más datos (y a más fuentes) sobre el particular, especialmente resultados desglosados de la selectividad por centros, con indicación de su titularidad, pública o privada. Es preciso hacer una radiografía del sistema educativo español con estadísticas más fiables que las oficiales, que escurren el bulto de los asuntos esenciales. Y que eluden hablar de cuestiones importantes. De esa forma, quizá mis propias afirmaciones sobre los diferentes resultados obtenidos en selectividad por colegios e institutos se tuvieran que matizar e incluso corregir. ¡Ojalá fuera así si hubiera que rectificarlas para constatar que todavía queda algo de competencia y de competitividad en el bachillerato público, a pesar de todo lo que le ha caído!

domingo, 2 de mayo de 2010

BOTELLÓN ALTERNATIVO

Cuando la lectura se vuelva clandestina

EN EL NOMBRE DEL PADRE (Y DE LA MADRE)

En el nombre del padre (y de la madre)

Es lugar común en las discusiones sobre educación referirse a la importancia de la opinión de los padres acerca de la enseñanza que reciben sus hijos. Ese argumento se ha elevado a la categoría de principio fundamental, al reconocer la existencia de una comunidad escolar (o comunidad educativa) como presunto protagonista de la participación institucional que marque las directrices de las políticas educativas.
De esta forma, además de la representación paterna en los Consejos Escolares de los centros educativos donde hay alumnos menores de edad, las distintas administraciones reconocen el papel de las diferentes Confederaciones de Asociaciones de Padres de Alumnos, en su calidad de interlocutores y de representantes en el Consejo Escolar del Estado y en los Consejos Escolares de las Comunidades Autónomas.
En muchos centros, la opinión de las APAS (hoy llamadas también AMPAS) es considerada –cuando interesa- por parte de la Inspección Técnica Educativa y las direcciones o delegaciones provinciales de Educación.
Dejamos para otro momento cuáles deberían ser los límites de la intervención de los padres en el gobierno de los centros educativos o cuáles han sido los problemas y las consecuencias de haber fomentado –con dinero del contribuyente- ese tipo de asociaciones en la buena marcha de la enseñanza pública. Tampoco vamos a ocuparnos aquí de cuál ha sido el balance de la actuación de las APAS y AMPAS como grupo de presión en colegios e institutos. No por ello debemos dejar de reconocer que la representatividad de estas asociaciones es por lo general más bien escasa, si tenemos en cuenta la baja participación de los padres en las elecciones de representantes en los Consejos Escolares.
Además, debe hacerse notar que los directivos de muchas APAS y AMPAS de la enseñanza pública claramente han manifestado en las dos últimas décadas opiniones que en absoluto representan a la inmensa mayoría de los padres de alumnos. Y esta no es una afirmación gratuita, sino que está basada en una argumentación fundamentada en hechos reales. En lo que han decidido los padres, en las opciones que estos han manifestado a la hora de elegir el tipo de enseñanza qué quieren para sus hijos. Y digo intencionadamente el tipo de enseñanza, no el tipo de educación.
A título de ejemplo notemos la oposición que algún AMPA progresista de la Comunidad de Madrid presentó a unas razonables normas de disciplina dictadas por la Consejería de Educación. Eran opiniones extremadamente minoritarias entre los padres.
Es un hecho conocido que en los últimos veinte años se ha ido produciendo una tendencia entre las familias de las clases medias, incluso en las clases medias ilustradas cuya intención de voto se sitúa en opciones de lo que convencionalmente se sigue denominando izquierda, hacia la escuela privada. Y esa tendencia se ha traducido en que un amplísimo sector de los padres de alumnos de esa procedencia social, que cuando había ocho años de EGB y cuatro de bachillerato (tres de BUP y uno de COU), elegían colegios privados en la EGB y después preferían un instituto público, tras la LOGSE prefieren para sus hijos un centro concertado (o privado) en el que sus vástagos estudien los cuatro años de la secundaria. Y para lo poco que queda (dos años), también siguen en bastantes casos en el bachillerato privado.
Constituye una contradicción escandalosa comprobar cuántos progresistas biempensantes e izquierdosos narcisistas de tal condición, neoprogres y no digamos profesionales de medios de comunicación que han hecho apología de la enseñanza comprensiva y constructivista, inclusiva y antiacademicista, matriculan a sus hijos en cualquier tipo de centro siempre que no sea un Instituto de Educación Secundaria. Las estadísticas al respecto muestran cómo el actual sistema educativo, inspirado en un presunto igualitarismo social, está por el contrario claramente escindido en dos mitades:
a) una red pública (que acoge a muchos alumnos conflictivos y con peor rendimiento, la mayoría de la inmigración, las clases más desfavorecidas, etc.)
b) una red concertada (que acoge a la mayoría de la clase media) y una red privada (a la que sólo van quienes se pueden permitir las altas cuotas).
Puede objetarse que esta generalización estadística es más clara en las provincias donde la privada tiene más implantación y extensión que en aquellos territorios en los que la enseñanza pública es mayoritaria y la concertada más débil. Y sería cierto, pero esta realidad no contradice el hecho de que cuando los padres pueden elegir entre un instituto público y otro privado, se decantan en un porcentaje significativo por no llevar a sus hijos a uno público.
Y me refiero específicamente al instituto, porque es en este sector, el antiguo bachillerato, donde la sangría de padres de clases medias se ha producido en mayor abundancia desde que empezó a implantarse la LOGSE, en 1990.
Para entender este fenómeno se pueden aportar muchas explicaciones, que habrá que discutir detenidamente. Con datos y sin apriorismos. Pero de la respuesta que demos a este asunto pienso que se derivan conclusiones muy importantes para un debate educativo serio, del que estamos ayunos en España. Y que echaría por tierra muchas consignas propagandísticas que están muy alejadas de la realidad.
Parto de la base de que, pese a la precisión formulada antes sobre la variable territorial de la estadística, hoy ya nadie discute que en la actualidad la mayoría de los padres de las clases medias no quiere para sus hijos la educación pública, y más concretamente, la que les da un IES, si es que tiene posibilidad de elegir.
A esta realidad, a este hecho, no una opinión ni un juicio de valor, se refiere un ya lejano artículo de Julio Llamazares en EL PAÍS del 11/10/2009, justamente al comienzo del presente curso académico.
El ilustre escritor leonés, autor de brillantes columnas periodísticas y de notables novelas, como La lluvia amarilla, Luna de lobos y El cielo de Madrid, trata de explicarse este fenómeno: “Es algo que se discute desde hace tiempo sin que nuestros opinadores encuentren una explicación.”. Y trata de interpretarlo a partir de un análisis en el que desgrana dos grandes tesis. Resumiéndolas toscamente:
1. España es un país donde han crecido nuevos ricos, que anhelan poseer un toque de distinción para ostentar su progreso económico y social.
2. Los servicios públicos se deterioran porque hay comunidades donde gobiernan los que no creen en ellos (alusión fácilmente identificable para el sagaz lector).

En cartas y comentarios posteriores en el diario donde se publicó su artículo, Julio Llamazares recibió múltiples felicitaciones por su agudo análisis y por su defensa de lo gratuito y común, siempre tan progresista, frente a lo privado, tan insolidario y snob, y tan propio de ciertas administraciones reaccionarias y, por ende, destructoras de los servicios públicos.

Con todos los respetos al buen escritor, es preciso decir que el columnista hace gala de un desconocimiento notable de la realidad educativa de las últimas décadas y formula un diagnóstico que sólo muy superficialmente se acerca a la realidad del problema y de forma más bien anecdótica. Estamos ya tan acostumbrados a que aquí cualquiera hable de temas educativos con gran alegría que ya no nos sorprende. Que además lo haga “ex cátedra” tampoco nos impresiona. Dicho con otras palabras, el articulista aprovecha la ocasión para lanzar dardos a sectores sociales y políticos con los que, legítimamente, no simpatiza, pero no para aproximarse a un cabal análisis del asunto, que es el que nos podría arrojar luz para intentar –si realmente queremos- mejorar el prestigio de la escuela pública.

¿Por qué los padres de las clases medias han abandonado los institutos públicos desde que se empezó a implantar la LOGSE? Las razones son muy variadas:

1. La LOGSE le regala dos años de subvención a la privada concertada. Si antes el BUP y el COU eran gratuitos frente a una privada (que ya era muy fuerte en la EGB desde la aplicación de la ley 70), ahora seguir en el mismo colegio les sale a las familias gratis o casi.
2. Justamente, un incentivo para que los padres lleven a sus hijos al colegio concertado es que pueden continuar toda la escolarización en el mismo centro educativo y llevar allí a toda su prole desde Infantil la Enseñanza Media.
3. En los centros concertados se garantiza una jornada escolar más larga cuando los alumnos tienen de 12 a 16 años. Jornada que incluye el servicio de comedor.
4. El prestigio de los Institutos de Bachillerato se ha ido viniendo abajo como consecuencia de la aplicación de la LOGSE. Es vox populi que en estos centros han descendido tanto el nivel de conocimientos como la disciplina. Son pocos los antiguos Institutos de Enseñanza Media o de Bachillerato, merecedores con frecuencia de una excelente reputación, que puedan mantener hoy su tradición académica en el contexto de la comprensividad, las adaptaciones curriculares, los mediadores sociales de la convivencia y demás innovaciones.
5. Los resultados de los alumnos de los institutos públicos en las PAU (pruebas de acceso a la universidad) son en términos generales mucho peores que los obtenidos por los centros privados y más bajos de los que se registraban cuando eran institutos de bachillerato.
6. La extensión de la escolarización se ha hecho (con la complicidad de las autoridades educativas, tanto “progresistas” como “carcas”) de forma que ciertos colectivos sociales que antes no accedían prácticamente a la enseñanza media -minorías étnicas, inmigrantes- se haya concentrado casi en exclusiva en los IES, muchas veces convertidos en centros de compensatoria.
7. Esa extensión de la escolarización hasta los 16 años ha llevado a estudiantes que antes hubieran cursado FP o no hubieran estado escolarizados, casi sólo a los IES.
8. Ninguna autoridad educativa (ni de izquierdas ni de derechas) ha trabajado para que los IES fueran competitivos. Ni ha asumido que fueran “sus” centros, los que había que mimar y potenciar. No hay una preocupación por los resultados.
9. En edades conflictivas, como la adolescencia, los padres tienen la imagen de que los centros privados controlan más a sus hijos y son más estrictos con las faltas de asistencia. (Es verdad que muchos institutos han hecho enormes esfuerzos al respecto, pero la imagen que tiene la sociedad es que los institutos controlan menos a los estudiantes)

Según las circunstancias, en cada padre o madre influirá en mayor o menor medida alguno de los ocho argumentos que se han expuesto. Pero estas son, a mi juicio, las razones por las que los padres de las clases medias han abandonado los institutos públicos, que hubo un tiempo en el que –al menos los más señeros- tenían más prestigio que los colegios privados.

Volvamos, pues, al asunto con el que abríamos este artículo: la opinión de los padres. Parto de la base de que permitir que las APAS y AMPAS opinen y decidan sobre todos los aspectos de la educación puede abocarnos a la demagogia y al desatino. Pero no es esa la cuestión de este artículo.

Si queremos de verdad tener en cuenta la opinión de los padres de alumnos, hemos de considerar que con las decisiones que estos han tomado respecto de la educación de sus hijos en los últimos veinte años ya han evaluado las reformas que nos trajeron la LOGSE y su hija menor, la LOE. Y las han evaluado de forma rotundamente negativa. Porque para las clases medias ilustradas los efectos que la reforma educativa ha producido en los institutos no son de su agrado. Los rechazan. Cuando llega la hora de la verdad, todos los presupuestos que se han vendido como progresistas y que en más de una ocasión se han hecho en el nombre de los padres, en la práctica nos han conducido a un sistema educativo ineficiente y segregador, que ha machacado la enseñanza media pública y que no satisface ni atrae a un presunto cliente, supuesto beneficiario de esas grandes transformaciones pomposamente aireadas por políticos y pseudoexpertos: los padres.

En resumen, la mayoría de los progenitores varones y progenitoras mujeres (además de los adoptantes, tutores y hasta abuelos) les han dicho a los diseñadores de la enseñanza secundaria pública que ese invento no lo quieren para sus hijos o tutelados ni hartos de vino. ¿Por qué se seguirá utilizando demagógicamente el argumento de que ciertas políticas educativas se hacen en nombre de la demanda social y de la opinión de los agentes de la comunidad escolar?

En estas dos últimas décadas, con sus decisiones y con unas tendencias inequívocas que hemos tratado de analizar en este artículo, los padres ya han hablado. Y de qué manera.